«La llanta»

54 x 46 cm • Resina y vera con pigmentos • Técnicas mixtas originales del autor • 2018

Gabriel Macotela

(7 de octubre 1954, Guadalajara, Jalisco), hijo de un impresor y una pianista, quiso ser, en principio, arquitecto. «Fui muy malo para la escuela, me topé con la ciencia dura», dice. Y soñó también con ser trompetista de jazz, instrumento que ya tocaba en la secundaria. Incluso llegó a pisar el Conservatorio, pero no pudo con el solfeo. «Qué bueno que te hiciste pintor, si no hubieras acabado de mariachi», le decía su madre.

Realiza estudios en la Escuela de Pintura y Escultura «La Esmeralda» y completa su formación en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, en el taller del maestro Gilberto Aveces Navarro. En 1977 funda Cocina Ediciones y en 1985 la librería El Archivero.

De Macotela podría decirse que aún es el «guerrillero cultural» que fue de joven, como lo fueron el resto de los integrantes del Grupo SUMA, fundado en 1976, cuyo arte abstracto de gran carga política y disidencia alcanzó las calles y dominó la escena underground de entonces. Recorrían vecindades, parques y cantinas.

A partir de ese tiempo realiza exposiciones individuales en la ciudad de México y Monterrey. En 1989 presenta Personajes y su sombra en el Consulado de México en Barcelona, España y en 1990 en el Centro Cultural de México en París, Francia.

En 1991 realiza la escenografía de Medea y en 1993 participa en el espectáculo multidisciplinario Babel.

Explorador de disciplinas, que ha incursionado en las artes plásticas, la escenografía, la edición editorial y la música –le encanta cantar y decididamente ópera-. Se distingue por su particular estilo lleno de dinamismo, fluidez y simpatías. Es un artista comprometido e idealista que se interesa en tener un impacto positivo en la sociedad.

Mientras pinta en su casa nunca falta la música, y aún se reúne a tocar en privado con la banda Los Enemigos de Los Beatles.

Ha participado en diversas exposiciones colectivas en museos y galerías de la República Mexicana, además de países como Estados Unidos, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Francia, España, Alemania, Portugal, Bélgica, Grecia, India, entre otros.

Entre algunos de los premios y distinciones que ha recibido se pueden mencionar: Segundo premio de pintura y Mención de dibujo en el XII Concurso Nacional para Estudiantes de Pintura y Escultura de Aguascalientes (1977); Premio de Adquisición, en el Salón Nacional de Pintura del INBA (1980), Primera Bienal de Cuenca, Ecuador (1987), Premio Salón Juguete Arte Objeto en el Museo José Luis Cuevas (1993). Ingreso al sistema Nacional de Creadores de Arte en 1993 y ha reingresado en otras ocasiones.

En los últimos años Macotela, ha convocado a un grupo de artista para pintar en una barda localizada sobre las calles de Medellín, Yucatán y Zacatecas, en colonia Roma. Los temas siempre han sido una protesta para apoyar a los más desprotegidos como los migrantes y la caravana proveniente de Centroamérica, el asesinato de mujeres, la más reciente el tema fue el acoso y el pedir justicia por los periodistas asesinados.

Con la misma idea de arte-objeto y libro-objeto, abrió en la colonia Roma, en donde vive el Taller-Espacio Gimena y La Fábrica, llamado así por su hija y su fascinación por la estética de las ciudades y las fábricas, pensado como un espacio colaborativo.

Macotela fue discípulo del pintor Fernando Aceves Navarro. Es miembro fundador de la Fábrica de Artes y Oficios de Iztapalapa, la primer FARO que fue inaugurada en la gestión de Alejandro Aura como Secretario de Cultura del Gobierno capitalino de Cuauhtémoc Cárdenas. Y ahora viaja por los estados dando talleres.

Por: Dominique Legran

Así pinta Macotela.

Al verlo pedalear a diario por el parque Luis Cabrera escoltado por sus perros Pita y Torito, uno piensa en las cualidades de un ciclista, que se asemejan a las de un buen jinete: soltura, fluidez, nada de rigidez ni de miedo al movimiento, equilibrio. Esas son precisamente las características del quehacer artístico de Gabriel Macotela.

El artista no para nunca. Tanto como en la escultura como en el dibujo, es un descubridor, un desbrozador. Quiso ser arquitecto. Le queda la pasión por las maquetas a escala, por la construcción, le encanta experimentar. Como se dijo de Picasso, en cuanto algo pasa a su alcance, lo agarra y trata de hacer otra cosa.

Con él, cada creación es siempre la continuación de otra. De aquí su perpetua impaciencia, bien manifiesta en la película de A. Fernández titulada ¿Dónde está Macotela? Por aquí y por ella, siempre encuentra algo nuevo, una forma, la idea de un libro, una preocupación política, una intervención en la calle con sus amigos etcétera.

En las conversaciones, evoca a menudo unos paseos de su infancia jalisciense con el tío Walter, un amigo de sus padres que había sido ingeniero naval, en los cascos de barcos en el muelle, que le impresionaron mucho. Hay algo de esto, me parece, en toda su obra, un recuerdo de pasillos, pasadizos y pasarelas, unas formas de rodamientos, engranajes y valeros, de poleas, de lo que permite la fluctuación, de lo que hace avanzar un mecanismo.

Avanzar, progresar, con gesto seguro y atinado, sin fiorituras ni adjetivos, hacia una representación sustancial de su realidad, tal parece ser la meta del maestro. Sin embargo, no le gusta la seriedad ni los dogmas, le encantan la risa, el amor y el canto, la libertad surrealista.

Al ver los grabados que nos dio para esta subasta, un amigo pregunto: ¿Dónde está la bici? Gabriel le hubiera contestado: Abajo, en el garaje. Antes de pasar a otra cosa: el dibujo apremia.