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Obra de Mayra león para Cultura en Bicicleta.

“Estaba un cuervo posado en un árbol y tenía en el pico un queso” , reza la fábula de Jean de la Fontaine El cuervo y el zorro. Aquí tenemos un cuervo posado en un pez enorme sobre una bicicleta. Estos animales aparecían muy a menudo en las iluminaciones que ilustraban los libros medievales o renacentistas, formaban parte del bestiario del jardín de Edén, eran una alegoría del paraíso perdido. Aquí aparentemente, no hay ninguna metáfora (son pues dos animales semi domésticos que pasean tranquilamente en bici, en una de estas alianzas fortuitas que procuran los sueños o las delicias de la práctica del collage), o sí hay una , está en las alusiones a la historia de la pintura, en los guiños a Giorgio de Chirico en los pórticos del fondo, a Magritte en el humor frío y la postura de los personajes, a Chagall con los malabaristas sobre la bici en el circo, al Bosco quizás por los animales en un lugar inverosímil. La referencia forma parte de la creación…
Hoy en día se da también una tendencia al retorno a la figuración, tan admirada durante siglos en la pintura de Historia con sus grandes batallas y sus hombres admirables, tan despreciada en el siglo XX, desplazada por la foto y el cine. Hastiados del abstracto, de la geometría, de la descripción clínica de los objetos de la vida cotidiana, varios artistas retoman ahora la voluntad de representar el mundo con realismo. Los criterios del arte han cambiado. Ya no hay movimientos, manifiestos, la idea de progreso y la visión linear se esfuman. Hasta el criterio de novedad compite con los de diversidad, comunicación, elección de temas, referencia.
Mayra León retoma la representación figurativa, la narrativa pues, con un formato más pequeño y con otra distribución de los papeles y del escenario: los actores son animales y bici, el entorno al parecer no se presta mucho a una escapada y la anécdota se sustituye a la Historia con “H” mayúscula.
Pero en esta anécdota y con estas reminiscencias, la pintora introduce en su tela una sensación de desajuste, de desliz entre a la impasibilidad de los animales y la idea de aventura que sugiere la bicicleta, entre el escenario urbano metafísico y la metamorfosis de los ciclistas en animales, una inquietante extrañeza, algo como un error de casting.
Con todo y esto, hay en esta representación cierta inquietud que refleja el laberinto del fondo, pero también sabemos que el mundo de los cuentos y las fábulas no es tan idílico como lo parece, ni la naturaleza tan cándida.

Texto Dominique Legrand

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