“El pueblo que no quería crecer”
Ikram Antaki
La cultura popular mexicana en los últimos años se ha visto empapada por el narcotráfico, muchos niños y adolescentes son traídos por los personajes de las series de televisión y streaming, esas vidas les parecen excitantes, glamurosas, llenas de aventuras, pero sobre todo de riqueza. En un país con 80% de la población pobre, el dinero fácil es muy atractivo. Nuestros adolescentes se miran en esas camionetas o automóviles ostentosos, de lujo, con mujeres voluptuosas a su lado, que son símbolo de riqueza y poder.
Un día un actor de televisión que protagonizó una de estas series dijo que dejaba ese proyecto, porque le parecía muy triste que los jóvenes le mandaran mensajes, por medio de sus redes sociales, para que les diera consejos sobre cómo ser capo. Los jóvenes los tienen en un altar a causa de que a los narcotraficantes se les pinta como héroes, es decir, un ejemplo a seguir, porque a pesar de todo, así los presenta la televisión: “ayudan más a la gente que el propio gobierno o cualquier otra institución de caridad”. Asesinos, “pero hombres de palabra”. “Sí, ayudan a su comunidad”, sin embargo, envician a sus hijos. Estas personas hacen que miles de jóvenes caigan en las adicciones y todas las consecuencias que ello conlleva.
Estudios psicológicos han arrojado que en la etapa de la adolescencia los lóbulos frontales no funcionan muy bien, lo que lleva a tomar decisiones equivocadas y causa que tengan un comportamiento criminal. Por lo tanto son los más vulnerables de nuestra sociedad a caer en los vicios[1].
Un joven adicto, es un problema tanto familiar como social. Estos se vuelven desde ladrones, sicarios, secuestradores o/y narcomenudistas, personas que corrompen a la sociedad, ya que los individuos llegan a creer que es fácil obtener dinero, que de la noche a la mañana tendrán grandes ganancias, se ven como esos grandes narcotraficantes, rodeados de mujeres, sirvientes, compinches… Mientras tanto se hunden cada vez más.
Son las narconovelas, series, telenovelas, quienes han exaltado este mundo, tristemente, también, son los que educan a la sociedad de México, por lo tanto crean y facilitan el trabajo de reclutamiento de nuevas generaciones de sicarios y narcomenudistas. Veo con tristeza como los niños los admiran y no ven que es un callejón sin salida, pero ellos creen que serán la acepción de la regla, y serán poderosos o saldrán de esos círculos cuando ellos quieran.
Vemos que estas narcoseries, no solo corrompen a los jóvenes, sino que denigra a la mujer, como lo mencionaba, deben de ser hermosas con una belleza poco natural para la cual se someten a múltiples cirugías estéticas por todo el cuerpo ( no opino que la belleza externa cause daño o sea un mal pretender tenerla, sino que no debe de ser un valor, ya que está no dura mucho), por lo tanto, las denigran terminan por ser un mero objeto, como un adorno y una decoración, las que no tienen derecho pensar u opinar, se deben de conformar con el papel secundario que se les proporciona, pues, además son una de las muchas mujeres en la vida de estos señores.
Ni que hablar de las matanzas que la guerra entre cárteles ha provocado y la corrupción que ha desatado entre las policías estatales y la Federal o entre los diferentes niveles de gobierno. Sin embargo, a pesar de todo lo malo que han causado a este país, a la sociedad y a las familias, seguirá la exaltación de estos grupos delictivos tanto en los medios masivos de comunicación como ya en los libros. Son lo que fueron los piratas en la modernidad.
[1]https://www.healthychildren.org/Spanish/ages-stages/teen/Paginas/Whats-Going-On-in-the-Teenage-Brain.aspx.