El actor Ignacio López Tarso, uno de los mexicanos más destacados, con gran maestría en el teatro, el cine y la televisión, miembro de la academia de Hollywood y quien en 2015 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes, por su talento, pasión y la disciplina; murió a los 98 años de edad.
El actor ícono del cine y el teatro mexicano, falleció este sábado 11 de marzo en la Ciudad de México a los 98 años, luego de una semana hospitalizado, confirmaron la Asociación Nacional de Intérpretes de México y la Secretaría de Cultura. El emblemático artista, quien dejó un extenso legado que incluye más de 50 películas, más de un centenar de obras de teatro y numerosas participaciones en televisión.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura decidieron rendirle un homenaje póstumo este domingo 12 de marzo en una ceremonia que se llevó a cabo al interior del Palacio de Bellas Artes. En el máximo recinto cultural de México el actor Salvador Garcini comentó cómo Ignacio López Tarso interpretó al Rey Lear en diferentes escenarios de la República, en total 93 funciones de gira. “Nos enseñó a hacer teatro y nos enseñó que la cultura se reparte en este país, que la cultura es para todos. A mí me pareció una experiencia extraordinaria. Tenía 56 años y hacía un hombre de 80, extraordinariamente bien, con una entrega, con una categoría, con un talento, con una lucidez extraordinarias. Siempre estaba inspirado, nunca fallaba ninguno de sus textos, ninguna de sus intenciones… Qué se puede decir de un genio, el mejor actor de México”, agregó el director y productor.
López Tarso (Ciudad de México, 1925) fue el primer actor egresado de la Academia de Arte Dramático del Inbal, como estudiante debutó con la obra Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Su paso por el cine fue impresionante, con personajes que permanecen en el imaginario colectivo, como es el caso de Macario.
Alcanzó el pleno reconocimiento profesional encarnando al soberano azteca Moctezuma Xocoyotzin en Moctezuma II, de Sergio Magaña. A partir de ese momento se convirtió en un actor imprescindible en las obras de los dramaturgos Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández y Sergio Magaña, y en los montajes del director teatral de origen japonés Seki Sano. Discípulo de Stanislavski Seki Sano introdujo en México el método de formación y dirección de actores de su maestro, lo que propició el desarrollo del realismo. Estos artistas formaron un grupo que lideraría la renovación del teatro mexicano en los años cincuenta.
Bajo la dirección de Seki Sano, Ignacio López Tarso trabajó en Las brujas de Salem (1953), de Arthur Miller, y en Prueba de fuego. Otras obras en las que demostró su solvencia como actor fueron El precio (también de Arthur Miller), Enrique IV (1922), de Luigi Pirandello y El rey se muere (1962), de Eugéne Ionesco.
En su carrera cinematográfica, López Tarso desempeñó también una labor importante en el desarrollo del cine de México, participando en títulos memorables como Nazarín (1958), de Luis Buñuel; Juana Gallo (1960), de Miguel Zacarías, o Tarahumara (1964), de Luis Alcoriza; con el Roberto Gavaldón rodó un film del que siempre sería recordado por la maestría con la que se desempeño Macario (1960), hizo también El gallo de oro (1964) y La vida inútil de Pito Pérez (1970) y Los albañiles (1976).
En 1966 debutó en la versión mexicana de Hello Dolly, al lado de Silvia Pinal. Ganó en dos ocasiones el Premio Golden Gate al mejor actor, la primera por su trabajo en El hombre de papel (1963), de Ismael Rodríguez, y la segunda por la ya citada Macario (1960), de Roberto Gavaldón. En los años 70 y 80 participó en varias series históricas de televisión, como El derecho de nacer (1981) o Senda de Gloria (1987), ambientadas en la Revolución Mexicana.
Dio vida, además, a Cri Cri El grillito cantor, así como a El hombre de papel. Grabó ocho discos de versos y corridos y también incursionó en el doblaje. A nivel profesional, su amplia trayectoria inició en 1951 con la obra Nacida ayer, de Garson Kanin. A partir de entonces participó en innumerables obras de teatro, como La Celestina, Don Juan Tenorio y Cyrano de Bergerac. Obtuvo premios y reconocimientos, tanto en México como a nivel internacional, entre otros, en 2006 recibió la Medalla de Oro Conmemorativa Bellas Artes que le otorgó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Con una voz grave y potente, además de sus dotes histriónicos, fue un comprometido lector y en 2015 se integró al ciclo ¡Leo…luego existo!, del Inbal, realizando más de 20 lecturas en Ciudad de México, Hidalgo, Morelos y Tamaulipas. Resalta su participación en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes leyendo, con la actriz Edith González y su hijo Juan Ignacio Aranda, textos de René Avilés Fabila en 2015. El 27 de marzo de 2017 dio lectura fragmentos de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; en 2019 con Melville en Mazatlán, de Vicente Quirarte; además de leer fragmentos en el Complejo Cultural Los Pinos en 2019. Su última participación en este ciclo fue en octubre de 2022 en el Teatro la Danza Guillermina Bravo con una lectura dramatizada en formato de teatro en atril con Macario el ahijado de la muerte, de B. Traven, junto a Juan Ignacio Aranda.
En múltiples ocasiones refirió que su pasión por la actuación comenzó a los ocho años, cuando vio una función de teatro en una carpa en el barrio de Analco, en Guadalajara, Jalisco. La falta de recursos económicos para continuar sus estudios después de la secundaria lo llevaron a ingresar en el Seminario Menor de Temascalcingo, Estado de México. Allí se inició en el teatro, en el grupo que organizó un sacerdote para realizar representaciones a beneficio del seminario y donde empezó a leer a los clásicos: Lope de Vega y Calderón de la Barca, entre otros.
Además, se convirtió en el lector oficial, por lo que aprendió a recitar poesía con dicción y métrica correctas. A los 20 años abandonó el seminario por falta de vocación y realizó el Servicio Militar durante un año en diferentes regimientos, aunque le auguraban una exitosa carrera militar, también la dejó por no ser de su agrado. Al sufrir una caída, quedó incapacitado por un año, tiempo que aprovechó para leer y descubrir la poesía de Xavier Villaurrutia. Al mismo tiempo se enteró del inicio de cursos de actuación en el Palacio de Bellas Artes, donde uno de los maestros iba a ser Villaurrutia. El poeta y dramaturgo reconoció el interés del aspirante a actor y lo aceptó como oyente y poco tiempo después se integró al grupo.
Es con el grupo de Teatro Estudiantil Autónomo, fundado por Xavier Rojas, como participó en presentaciones al aire libre, en calles, plazas, mercados y tiene contacto con el público. Además de Xavier Villaurrutia, Roberto Rojas, Xavier Rojas y Salvador Novo, Ignacio López Tarso tuvo como maestros a Clementina Otero, Celestino Gorostiza, André Moreau, Seki Sano, Fernando Wagner, Fernando Torre Lapham, entre otros.
El actor estaba siendo tratado por una oclusión intestinal y una neumonía que se agravó.En 2022 el actor había superado una neumonía bacteriana y el contagio de COVID, el cual supero con síntomas leves. Enfrentaba también al EPOC ya que para él era habitual fumar.“Ha muerto el mejor actor de Hispanoamérica, fue un ser espléndido, maravilloso, un gran actor, maravilloso padre, lo despedimos con mucho amor”, comentó su hijo Juan Ignacio Aranda al llegar a la funeraria este domingo. Detalló que cuando llegó su momento de su muerte, se encontraba al lado de su nieto Antonio Sánchez, músico nominado al Oscar por la banda sonora de la película Birdman.
“Murió muy tranquilo, allí estaba mi hija Jimena (Aranda), luego entró Iván y Susana, pero Toño lo tenía tomado de la mano y le puso música todo el tiempo, estaba dormido”, relató Juan Ignacio Aranda, “quedó mucho trabajo pendiente de mi padre, muchos homenajes pendientes… lamentablemente se concluye aquí una vida espléndida, creativa, productiva, fue sensacional López Tarso”.
El homenaje de Bellas Artes, al cual asistieron el actor Salvador Garcini, la actriz Tina French, el cantante César Costa, la actriz Araceli Arámbula, el comediante Sergio Corona, así como la actriz Leticia Calderón, entre otros, fue acompañado por el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional, al interpretar obras de Mozart, Manuel M. Ponce, Pietro Mascagni, Juventino Rosas Macedonio Alcalá y Antonio Santoyo; participaron Andrés Castillo y Nancy Cortés, en los violines; Luis Castillo, con la viola y Alejandra Galarza, en el violonchelo.
A Ignacio López Tarso le sobreviven sus hijos Susana López Aranda, la mayor de sus herederos y quien es periodista, seguida de Gabriela López Aranda, de quien poco se conoce y Juan Ignacio Aranda, el único de sus tres hijos que siguió los pasos de su padre en la actuación.