¿Puede la inteligencia Artificial ayudar a los investigadores, por lo menos para hacer una búsqueda bibliográfica ? Las aventuras de un miembro del Centro Nacional de la Investigación Científica (C.N.R.S.), Jean-Baptiste Fressoz, con ChatGPT, demuestran que puede ser todo lo contrario. En un artículo del periódico Le Monde (3 de mayo de 2023), el científico cuenta que le preguntó a ChatGPT cuál fue la evolución histórica del número de las casas de bambú (mil millones en el año 2000) . La inteligencia artificial le proporcionó cinco títulos muy interesantes con sendos resúmenes.
El problema es que fue imposible encontrar los artículos. Fressoz pidió las ligas, se las dieron pero no llevaban a ninguna parte. Pidió un DOI ( nombre de usuario único para las fuentes numéricas). En vano. Entonces se registró con su cuenta profesional y averiguó el número y el volumen de las revistas de referencia. !Resultó que ninguno de los artículos existía!
Le pregunto a la máquina por qué inventaba referencias. Ésta le contestó sin vergüenza que los artículos sí existían, pero que no se les podía ver porque estaban detrás de un Paywall. Finalmente, después de unos intercambios tumultuosos, ChatGPT pidió disculpas “por la confusión “.
Así se reveló que en este caso ChatGPT fue un instrumento de destrucción del conocimiento, y una inteligencia engañosa muy bien organizada. Si de plano la Inteligencia Artificial empieza con fake news, uno se pregunta «Cómo puede pretender resolver casi todos los problemas de la humanidad y hacer que el trabajo se vuelva obsoleto, como lo lo pregona Sam Altman, uno de los fundadores de OpenAI» concluye el autor del artículo.