La Antimonumenta Justicia es una expresión de desesperación.
Los feminicidios que son un problema grave y una emergencia en el país, han provocado una batalla social que ya es un asunto cultural en México.
Tema que no le gusta a este Gobierno federal y menos al de la capital; tampoco es de su agrado porque precisamente en la Ciudad de México está el palacio donde despacha el presidente. No les gusta porque el espacio del que se han apropiado las mujeres se está haciendo notar ante un tema que no cesa, aunque lo quieran ocultar.
La Antimonumenta está en plena avenida Reforma, la emblemática calle de la Ciudad de México, en el sitio que antes era Glorieta de Colón. ¡Qué van a decir! ¡Qué van a pensar los extranjeros que desde el segundo piso del metrobús leen esas frases! ¿Qué queremos ocultar?. Todas esas oraciones son reproches ante a tantos feminicidios, y a la desaparición de miles de mujeres, una situación que parece ser ya parte de nuestra idiosincrasia. No nos gusta, sí, pero son acciones que buscan denunciar y terminar con esta violencia.
La estudiosa en antropología social y cultural, Begonya Enguix nos dice que la cultura se caracteriza por ser: “Aprendida: es nuestra herencia social y se transmite tanto en modo consciente como inconsciente, directo como indirecto”.[1]
¿Por qué otra razón se vuelve una cuestión cultural?. George Steiner dice que en Alemania se dio una nueva vista a lo que quedó de la segunda Guerra Mundial, “es como si hubiera prevalecido un violento instinto de borrarlo todo y de renovarlo todo, una especie de amnesia creativa”[2], pareciera que esa es la historia que quieren contar desde la Ciudad de México. Quieren las partes centrales completamente restauradas y limpias de temas molestos, pero que permean a la sociedad actual.
En marzo del 2022, representantes de diferentes colectivos de mujeres colocaron la Antimonumenta Justicia (memorial) una mujer con el puño alzado, que se erige justo en el hueco que quedó de la estatua de Cristóbal Colón. En septiembre del 2021 ya habían colocado una que no era tan resistente, y la cambiaron.
El investigador y psicólogo Alfonso Díaz Tovar[3] dice que los antimonumentos están ahí para “denunciar la inacción o poca empatía del Estado” y “para deconstruir posturas oficiales mediante una apropiación del espacio público”. También señala que los antimonumentos cuentan historias que no han terminado y son una memoria que busca acceso a la justicia.[4] Las desapariciones, los feminicidios y la distancia que todavía hay para la igualdad son materia que no ha terminado de contarse y que —en sentido negativo— se sigue actualizando.
Mucho se habla de los monumentos grafiteados por mujeres en las manifestaciones en contra de la violencia, principalmente los 8 de marzo de cada año, pero ahora que las mujeres han decidido tomar como suyo un espacio que muestra las agresiones que la misma sociedad no ha podido detener — y autoridades no han acertado con políticas públicas eficientes para aminorarlo– ellas llevan a cabo actividades que permiten su libre expresión. Hay quien no está de acuerdo, pero si las mujeres intervinieron el espacio para hacer notorio un fenómeno, lo contrario sería querer ocultarlo.
En octubre de 2022 se dio a conocer que la Antimonumenta Justicia sería quitada junto con todos los nombres escritos por las activistas. Una posible finalidad sería terminar con las actividades que realizan las mujeres en favor de su combate, ejercicios como la proyección de la película Ruido dirigida por Natalia Berisáin que muestra un fenómeno en México de madres que buscan a sus hijas desaparecidas.
Argelia Betanzos de Mazatecas por la libertad, en una entrevista hecha por Milenio, enfatizó:
“Seguiremos habitando la glorieta porque su origen, su esencia, es un acto de protesta que no puede ser malinterpretado, manipulado y mucho menos acompañado de un acto oficial, porque eso para nosotras significa borrar la protesta. Si se pone un acto oficial se borra la esencia de la protesta que no ha sido atendida en el fondo”.[5]
Betanzos argumenta que no hay respeto por parte del Gobierno y especialmente por la conducta de Claudia Sheinbaum que anticipó la instauración del proyecto gubernamental de nombre la Joven de Amajac. Además de sentirse agraviadas ya que después de las reuniones que tuvieron, Sheinbaum Pardo salió a declarar que la instalación sería un hecho. Ellas argumentan que diálogo no es sinónimo de aceptación y que más bien buscan la sensibilización del acto de protesta.
Sofía, del Frente amplio de las mujeres que luchan dijo en una entrevista en el portal MVS, que en las reuniones de diálogo para acordar lo que pasará con la Antimonumenta, el secretario de Gobierno Martí Batrés –ahora jefe de gobierno de la CDMX– les hizo propuestas como: “se tienen que cambiar de bando”, con el fin de aceptar el proyecto del Gobierno.[6]
Las mujeres que tomaron el lugar no quieren que la Antimonumenta conviva con la Joven de Amajac, que según el Gobierno de la capital representa a las mujeres indígenas del país, mismas a las que se les han impuesto megaproyectos gubernamentales sin ser tomadas en cuenta.
Steiner refiere que en Alemania “las fachadas de las nuevas casas, los espacios (…) exhiben un curioso vacío después de las renovaciones de la guerra”. De la misma forma, se sentiría un hueco si quitaran la esencia de la Antimonumenta Justicia, ubicada en la Glorieta de las Mujeres que Luchan.
La temática podrá no ser agradable a la agenda de ningún gobierno, pero el tema es innegable. Y me atrevo a decir que las mujeres y los feminicidios es una tragedia que debe ser conocida y llamar la atención de todo mexicano y extranjero. Las agencias de publicidad lo saben y por ello hoy están tomándolo como eje para sus campañas, aunque lo han hecho de manera engañosa y a destiempo; antes no era tan importante para las marcas, o por lo menos no era usual. Hoy la imagen está siendo utilizada para lucrar; ojalá también lograra inmiscuirse en la mente de la sociedad para cambiar esos comportamientos negativos que devienen en la muerte de una mujer. Es urgente tomar todos los recursos posibles que ayuden a disminuir las violencias de todo tipo en contra de mujeres, de todas: adultas, adolescentes y niñas.
En 2022 se registraron 339 mil 451 llamadas de auxilio por incidentes de violencia contra mujeres. Por abuso sexual hubo 6 mil 977 llamadas de emergencia. Y por acoso y hostigamiento 11 mil 323.[7] En septiembre del mismo año un informe de la Organización de las Naciones Unidas arrojó que a ese ritmo de tiempo en las cifras, la igualdad de género podría llevar 286 años, causa por la seguimos peleando las mujeres.
Para las mujeres exigentes de sus derechos, las que han intervenido el espacio sobre avenida Paseo de la Reforma esto significa un reclamo por esclarecer los feminicidios, encontrar personas desaparecidas, liberar presas políticas, proteger a mujeres desplazadas (53 millones de personas a finales de 2021, según ACNUR)[8]; también para advertir que la opresión, la exclusión y la discriminación, no son negociables, como no lo es borrar la protesta. El proyecto gubernamental se ha llevado a cabo y se ha colocado, no en la glorieta sino sobre la acera, a la Mujer Amajac, en un acto discrecional como si se tratase de un montaje escénico. La Antimonumenta Justicia es una expresión de desesperación. Desaparecer un espacio así no remueve el hecho. Obligar a que el antimonumento conviviera con una escultura impuesta por el Gobierno sería como imponerles un pacto de silencio. Las mujeres en lucha han ganado.