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Bicicletas

Biciurbe

By Bicicletas

Obra de Octavio Moctezuma para Cultura en Bicicleta.

En nuestro mundo del zapping, parece que no hay tiempo que perder: dedicamos en promedio a una obra menos de 10 segundos contra 42 hace apenas 14 años. Para una obra como Bici Urbe, es preciso recuperar algo de tiempo y detener la vista, para regocijarse y deleitarse. También importa la distancia entre el espectador y el cuadro, como en un duelo de capa y espada: mejor no tan lejos , en este caso, ya que este oleo y temple es de pequeño formato y lleno de detalles significativos. Dos rostros de mujeres aparecen de perfil y paralelos. La forma global es circular, se distingue una piedra y el eje de un pedal, al parecer entre los grises hay muros.
Las tonalidades que desde lejos se veían oscuras y sordas, pierden de su opacidad y se ven no propiamente alegres, pero sí más serenas. Hay la impresión, por la parte de arriba a la izquierda, de que uno puede escapar de la urbe. La impresión general es de flexibilidad.
Los contornos están subrayados y el impasto no está tan fuerte como parecía. Se nota también que el pintor busca liberar las formas de su aspecto habitual, que se dedica a jugar con las diferentes capas de color, con los contrastes entre las manchas, en la veta del arte informal de Jan Fautrier por ejemplo, en el que “cada artista deja toda la libertad a lo imprevisto de las materias”. Esta importancia de la libre expresión de la pintura, que en cierto momento parece escapar a su creador, tiende a provocar una emoción que el arte abstracto, cuando surgió, quiso dejar de lado.

Texto Dominique Legrand

La bicicleta

By Bicicletas

Obra de Gabriel Macotela para Cultura en Bicicleta.

Así pinta Macotela.

Al verlo pedalear a diario por el parque Luis Cabrera escoltado por sus perros Pita y Torito, uno piensa en las cualidades de un ciclista, que se asemejan a las de un buen jinete: soltura, fluidez, nada de rigidez ni de miedo al movimiento, equilibrio. Esas son precisamente las características del quehacer artístico de Gabriel Macotela.

El artista no para nunca. Tanto como en la escultura como en el dibujo, es un descubridor, un desbrozador. Quiso ser arquitecto. Le queda la pasión por las maquetas a escala, por la construcción, le encanta experimentar. Como se dijo de Picasso, en cuanto algo pasa a su alcance, lo agarra y trata de hacer otra cosa.

Con él, cada creación es siempre la continuación de otra. De aquí su perpetua impaciencia, bien manifiesta en la película de A. Fernández titulada ¿Dónde está Macotela? Por aquí y por ella, siempre encuentra algo nuevo, una forma, la idea de un libro, una preocupación política, una intervención en la calle con sus amigos etcétera.

En las conversaciones, evoca a menudo unos paseos de su infancia jalisciense con el tío Walter, un amigo de sus padres que había sido ingeniero naval, en los cascos de barcos en el muelle, que le impresionaron mucho. Hay algo de esto, me parece, en toda su obra, un recuerdo de pasillos, pasadizos y pasarelas, unas formas de rodamientos, engranajes y valeros, de poleas, de lo que permite la fluctuación, de lo que hace avanzar un mecanismo.

Avanzar, progresar, con gesto seguro y atinado, sin fiorituras ni adjetivos, hacia una representación sustancial de su realidad, tal parece ser la meta del maestro. Sin embargo, no le gusta la seriedad ni los dogmas, le encantan la risa, el amor y el canto, la libertad surrealista.

Al ver los grabados que nos dio para esta subasta, un amigo pregunto: ¿Dónde está la bici? Gabriel le hubiera contestado: Abajo, en el garaje. Antes de pasar a otra cosa: el dibujo apremia.

Texto Dominique Legrand

Paseo en bicicleta

By Bicicletas

Obra de Mayra león para Cultura en Bicicleta.

“Estaba un cuervo posado en un árbol y tenía en el pico un queso” , reza la fábula de Jean de la Fontaine El cuervo y el zorro. Aquí tenemos un cuervo posado en un pez enorme sobre una bicicleta. Estos animales aparecían muy a menudo en las iluminaciones que ilustraban los libros medievales o renacentistas, formaban parte del bestiario del jardín de Edén, eran una alegoría del paraíso perdido. Aquí aparentemente, no hay ninguna metáfora (son pues dos animales semi domésticos que pasean tranquilamente en bici, en una de estas alianzas fortuitas que procuran los sueños o las delicias de la práctica del collage), o sí hay una , está en las alusiones a la historia de la pintura, en los guiños a Giorgio de Chirico en los pórticos del fondo, a Magritte en el humor frío y la postura de los personajes, a Chagall con los malabaristas sobre la bici en el circo, al Bosco quizás por los animales en un lugar inverosímil. La referencia forma parte de la creación…
Hoy en día se da también una tendencia al retorno a la figuración, tan admirada durante siglos en la pintura de Historia con sus grandes batallas y sus hombres admirables, tan despreciada en el siglo XX, desplazada por la foto y el cine. Hastiados del abstracto, de la geometría, de la descripción clínica de los objetos de la vida cotidiana, varios artistas retoman ahora la voluntad de representar el mundo con realismo. Los criterios del arte han cambiado. Ya no hay movimientos, manifiestos, la idea de progreso y la visión linear se esfuman. Hasta el criterio de novedad compite con los de diversidad, comunicación, elección de temas, referencia.
Mayra León retoma la representación figurativa, la narrativa pues, con un formato más pequeño y con otra distribución de los papeles y del escenario: los actores son animales y bici, el entorno al parecer no se presta mucho a una escapada y la anécdota se sustituye a la Historia con “H” mayúscula.
Pero en esta anécdota y con estas reminiscencias, la pintora introduce en su tela una sensación de desajuste, de desliz entre a la impasibilidad de los animales y la idea de aventura que sugiere la bicicleta, entre el escenario urbano metafísico y la metamorfosis de los ciclistas en animales, una inquietante extrañeza, algo como un error de casting.
Con todo y esto, hay en esta representación cierta inquietud que refleja el laberinto del fondo, pero también sabemos que el mundo de los cuentos y las fábulas no es tan idílico como lo parece, ni la naturaleza tan cándida.

Texto Dominique Legrand

Rueda veloz

By Bicicletas

Obra de Arturo Lazcano para Cultura en Bicicleta

La bici es afrodisíaca

¿ Qué hubiera pensado el barón Karl Drais (1785-1851) , inventor de la máquina precursora del velocípedo, al saber que su invención se transformaría en erupción volcánica? Es lo que le pasa a La Rueda veloz de Arturo Lazcano, en donde predomina la gesta telúrica en la subida de los colores como aspirados por el cielo, en una visión llena de impulso vital, la “expresión directa de la emoción individual” que caracteriza la abstracción lírica y en particular su vertiente americana.
Este movimiento privilegia la línea y el color sin referencia al contexto histórico- social o a las ideas filosóficas. Tal parece ser el caso de este lienzo grande pero también uno puede pensar que su fuerza creativa, el impulso de sus tonalidades y formas y su audacia estética lo oponen a las pulsiones de muerte que parecen tristemente renacer en las guerras que nos rodean.
Es una obra de pura poesía visual. Evoca por su elevación e iluminación una catedral gótica, con vitrales radiantes. Tiene también una dimensión sensual de explosión priápica, hasta en la lactescencia cristalina del núcleo central.
Pues sí, en este contexto, la bicicleta es indubitablemente afrodisíaca.

Texto Dominique Legrand

Colores girando

By Bicicletas

Obra realizada por Christa Klinckwort para Cultura en Bicicleta.

En la obra de Christa Klinkwort predomina el principio de placer, el gusto que le procuran estos extraños medios de comunicación que son la brocha, los colores, los barnices etc.. le encantan su flexibilidad, su adaptación a todos los soportes, el abanico de combinaciones que abren. Para ella, como Paris para Hemingway, la pintura es una fiesta.
Hay algo de los mándalas orientales en su geometría visionaría que embruja al espectador, le hipnotiza como el caleidoscopio que fascina tanto a los niños.
Al mismo tiempo, esta serie de 10 obras nos hace pensar en la abstracción solar de los esposos Delaunay a principios del siglo XX. Creadores del Orfismo, ellos lo definen así: “ORFISMO es una pintura que no tiene técnicamente más que color, contrastes de color que se desarrollan en el tiempo y se perciben mutuamente, de un solo golpe.” Robert y Sonia querían combinar la efusión prismática y el dominio formal del tema, lo que hace aquí la artista con los radios de la bici.
De la palabra “radios“ viene el verbo irradiar que, según el diccionario, significa: Despedir o emitir un cuerpo radiaciones luminosas , térmicas, magnéticas, etc… Ejemplo: se irradia felicidad.
Aquí se encuentran los radios de la bici y los rayos del Sol. Dice la artista: – ¡El paisaje o paisaje urbano se distorsiona al mirar a través de estas ruedas, seccionándolo en colores!!!
Estamos pues en una cosmogonía de la bici, del placer cósmico de andar en bicicleta.

Texto Dominique Legrand

Ruidos en bicicleta

By Bicicletas

Obra de Jazzamoart realizada para Cultura en Bicicleta.

No se puede entender el gran talento del maestro Jazzamoart, si no se conoce su afición obsesiva por el jazz. Así que iremos por los caminos sinuosos, siguiendo los pasos de su improvisación creativa, basada en la realidad, escapándose por doquier.
En una de nuestras conversaciones, aparecida en el libro La vida de la pintura Jazzamoart me contó que le fascinaba el dripping, ese goteo que cae en la pintura, aunque ahora ya logre controlarlo, lo sigue corrigiendo cuando no encaja o se sale del ritmo que busca.
Así le pasa a este músico con su bici, con la mano izquierda conduce, y con la derecha toca su saxofón, al parecer bajo la lluvia o en una noche pirotécnica. El ciclista no puede caer, ya que la nota lo sostiene. Y ¿Cuál será esta nota?
La nota azul, claro, la famosa Blue note.
En el jazz y en el blues, “the blue note” es una nota cantada o tocada con una ligera disminución de un medio tono, lo que permite crear disonancias y un sentimiento de queja.
Pero esta expresión aparece también en una conversación entre Delacroix, George Sand y Chopin. “La note bleue” es entonces una nota que da en sí misma el color o del momento. Aparece en Chopin como una prolongación de algo qué pasó en los preludios que se hacían antes de tocar la obra, como un eco indefinible.

De Delacroix à Jazzamoart, del romanticismo al expresionismo abstracto, circula la nota azul, misteriosa y tan presente, relacionada a menudo con el blues, o el “ nostos” de los griegos ( padre de la nostalgia) , la pena de verse alejado de la patria o de los amigos, lo que está tan lejos de ser el caso de Jazzamoart como propio quizás de este músico, solo en su bici, tocándole a la luna.

Texto Dominique Legrand

La passeggiata

By Bicicletas

Obra de Rigel Herrera hecha para Cultura en Bicicleta.

La producción artística de Rigel Herrera gira alrededor de la sexualidad y la sensualidad. Ha citado al marqués de Sade como parámetro de la imaginación erótica que es a veces mucho más emocionante que la realidad. Sus modelos salen de revistas o de publicidades. Le atrae como tema la búsqueda de la seducción plástica, pero le traumatiza también su utilización por el mundo de la publicidad, que quiere provocar una identificación falsa con unos modelos presentados. En esta obra, no se ve el rostro de la ciclista, como en otras exposiciones donde el rostro de las mujeres estaba cubierto, precisamente para denunciar esta ilusión. Aún sin cara, la joven se ve elegante, segura de sí misma, audaz en la postura, no duda de su poder de seducción ni de sus atributos.

Al mismo tiempo, al situar su personaje en el ambiente de La belle époque parisina, con su ropa y su peinado “a la garçonne “, nos introduce en un tiempo en el que precisamente las relaciones entre la mujer y la bicicleta se consideraban como un importante problema. En aquel tiempo, la bicicleta estaba relacionada de manera perturbadora con la emancipación de la mujer que se oponía a los valores tradicionales de la burguesía, el pudor el orden y la respetabilidad. En breve, y hay toda una literatura sobre esto, se consideraba como un instrumento del deseo, lo que retoma la artista aquí en una estética retro y erotizante.

La bicicleta practicada por las mujeres llegó a considerarse como una provocación hacia los varones, una amenaza contra la moral. Se evocaba la idea de que la bici no solo era el compañero ideológico de la mujer libre, sino también su compañero sexual, aunque varios médicos señalaron también que la idea de libertad privaba sobre el lado erótico de este medio de transporte.

Todas estas consideraciones entran en juego al apreciar esta obra, hasta la posición sobre los pedales, que en francés se llama “ en danseuse”( “de bailarina”)

Extrañamente, en la denuncia de la bici como objeto del placer femenino solitario se le asociaba la máquina de coser. Dos objetos que aparecen en aquel tiempo en la obra de Marcel Duchamp, de manera quizás no tan fortuita como se creía.

Así, pues, algunos de los medios secretos de la historia de la bicicleta a principios del siglo se revelan en este aparentemente cliché de la mujer provocadora.
Posdata: Es de notar que me concentré en la ciclista ignorando el libro que lee y a pesar de todas las leyes del aerodinamismo.

Texto Dominique Legrand

Cultura en bicicleta

By Bicicletas

Bicicleta realizada por Ana Fuentes para Cultura en Bicicleta.

Reseña en forma de poema breve.

Texto: Dominique Legrand

Elegante pantorrilla
De la mujer radical chic

En los tiempos de Tiffany
En las vitrinas de los vendedores prerrafaelitas
Se veían estas máquinas, caballo del dandy
O Laufmaschine, máquina de correr, se llamaban.

Elegante pantorrilla
De la mujer radical chic

Texto Dominique Legrand

Caja objeto: Ola Urbana. Arriba Celestún

By Bicicletas

Obra de Juan Berruecos para Cultura en Bicicleta.

En el fondo de la galería había un objeto disímil, insólito en su forma como en sus volúmenes: se parecía a un caracol, a un bajo relieve por sus molduras, o a una media caja ondulada. A primera vista, se distinguía una suerte de copia fotográfica vintage de una playa con dos bicis tiradas en la arena. Con un sesgo sentimental y ornamental. Al acercarme, se volvió a imponer la idea de caja, de caja secreta, en breve de gabinete de curiosidad, y cuando vi el título y la larga lista de los materiales con los cuales estaba hecha, pensé que no estaba totalmente equivocado en mi acercamiento a este trabajo de Juan Berruecos.
El gabinete de curiosidades contiene varios objetos decorativos que tienen a menudo un contenido emocional, privado, para el que los constituye y los posee, pero que se comparten con el público. Tienen algo de extraño, de improbable, y al mismo tiempo los caracteriza la minuciosidad de su elaboración y cierta preciosidad, algo como las joyas.
Las wunderkammer (cuarto de maravillas) populares contemporáneas contienen detrás de una vitrina unas fotos de playa, coches o bicicletas en miniatura, globos que al voltearse dejan caer nieve sobre un paisaje, souvenirs de viajes. Algo de kitsch, de profundamente ingenuo, expuesto con una máxima sinceridad. Todo esto hace eco con esta caja objeto, a mi parecer.
Ahora vamos a los materiales que la componen. Se presentan así: Óleo y resinas, y talco de arena y caracolas con pigmentos. Es un catálogo, una lista ,un rol, una acumulación de detalles subrayada por todas las “Y” de esas que gustan tanto a los coleccionistas y/o a los aficionados alumbrados.
Es preciso notar la simbiosis entre el contenido y el continente: el caracol de mar de la playa aparece entre los materiales y sus espirales se encuentran en la forma de la caja cuyas ondulaciones evocan igualmente las olas del mar y viceversa.
El título a la Julio Verne invita a la aventura y provoca la sorpresa por el contraste entre su primera parte paradójica (Ola urbana) y la supuesta banalidad del final: Arriba Celestún.
Puede ser que lo escrito aquí sea pura conjetura, en fin es sólo un intento de aproximación a la obra. Lo cierto es que Juan Berruecos pertenece al mundo de los coleccionistas de sueños, y evoca aquí un recuerdo en fuga, en una suerte de gabinete de curiosidad medio abierto y concebido con mucha ingeniosidad.

Texto Dominique Legrand

Ride my bicycle

By Bicicletas

Obra realizada por Magali Ávila para Cultura en Bicicleta

Ópera una fusión del op art, la cultura pop y el glam rock.

El título “ ride my bicycle 1 “ alude, pienso, a la famosa canción de Queen Bicycle race( I want to ride my bicycle, bicycle, bicycle), tanto por el ambiente final de los setenta de esta pieza única como por las reminiscencias del arte lisérgico y de la música glam rock especialmente en la faceta dominada por el color verde.
Con la parte azul, por llamarla así, escucharíamos más bien a los Beatles ( Baby ride my car) por la sensación op art procurada por los colores acidulados, azul violeta ligeramente saturados, y la geometría bien definida de arriba hacia abajo ,círculos, rectángulo, franja horizontal. Algo de pop hay en la descontextualización de la bici, puesta en evidencia como un objeto publicitario, y la atmósfera es medio seria, reservada en todo caso, como suspendida, crepuscular, a punto de ser melancólica.
En cambio la otra faceta de la gráfica es flashy y vitaminada, remitiéndonos a los mini escándalos que provocó el video de bicycle race con la censura de las 65 mujeres desnudas y las exhibiciones de chicas topless en el escenario. Tenemos una obra estroboscópica con luces de cabaret, colores chillantes, cuerpos de mujeres esbozados a mano alzada, una suerte de baile kinestético que evoca una fiesta de los sentidos, algo de disco y mucho de glam rock.
Es una pieza única, precisa la autora. En efecto con dos facetas se da una fusión música pintura que puede remitir a un momento dado, pero Freddie Mercury se escucha hoy más que nunca, y el reventón perdura.

Texto Dominique Legrand