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Muchísimo antes de Warhol, Leonardo da Vinci se valió de la copia en sus grandes obras pictóricas. Veamos La Dama del armiño ( 1488) y más precisamente la mano que acaricia el animal.
No deja de extrañarnos la longitud de esa mano poderosa y huesuda. En el catálogo de la exposición Leonardo da Vinci en la National Gallery de Londres en 2011, aprendemos que es también la mano de unos de los apóstoles de La Cena de Milano.
Al gran Leonardo le gustaban las enigmas, las adivinanzas, los juegos misteriosos y los escondía a menudo en sus creaciones. Aquí, nos ofrece un copiar y pegar malicioso y no duda en darle un toque viril (él prefería los muchachos) a esta cúspide de la belleza femenina.

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