Mucho me lo he pensado antes de hacer está comparación entre la gran obra de Márquez y la de Apuleyo; pero, ya que es una constante en mi cabeza expondré mis argumentos, en los cuales intento fundamentar que las principales inspiraciones y referencias de Gabriel García Márquez para escribir Cien años de soledad fue el Asno de oro o las Metamorfosis de Apuleyo.
Antes de leer la obra de Márquez, ya había leído la de Apuleyo, la obra de este último me pareció al leerla mucho más actual. Algo que me gustó y me resultó excelente de aquella novela primitiva fue su estructura de Fabula Milesia, es decir, son novelas de aventuras, historias populares, muchas veces obscenas; hay historias dentro de las historias cargadas se magia y sexo. En este primer punto Cien años de soledad es muy similar, hay varias historias dentro de las historias; muchas de las historias de Márquez son de origen popular de transmisión oral por parte de su abuela y madre.
Seré un poco más específica en la forma que considero que se parecen en estructura estas dos novelas, además, de lo que ya comente. Podría decirse que las historias están como en forma de espiral y el punto de encuentro de cada historia sería, por ejemplo, en Las Metamorfosis el periplo de Lucio. Por otro lado en Cien años de soledad las historias tienen su punto de encuentro en la familia Buendía. Otra grande semejanza que es evidente son los tópicos que manejan, las historias están cargadas de sexo y magia. Desde los primeros capítulos tanto en Las Metamorfosis como en Cien años de soledad está muy presente el tópico de la magia y obscenidad. En el Asno de oro Lucio, el protagonista, llaga a Tesalia con el fin de aprender magia y escuchar historias extraordinarias, se hospeda en casa de una bruja llamada Pánfila. Lucio se enamora Fóntide, discípula y sierva de Pánfila, los cuales viven un amor apasionado. Después, de la celebración del dios de la risa, Lucio ve a Pánfila convertirse en búho, por lo tanto el protagonista muere de deseos de transformase en ave al igual que Pánfila, y le suplica a Fóntide que le dé un poco del ungüento que, se puso Pánfila; pero, en lugar de convertirse en búho, se trasforma en burro.
En Cien años de soledad el tópico de la magia está presente en Melquíades, que sería como un mago moderno, un alquimista, quien es el que lanza el hechizo a la familia Buendía. Y claro, hay muchos temas obscenos, como el incesto que hay en la dinastía Buendía, escenas sexuales muy explicitas, las aventuras del Coronel Aureliano; el periplo de Aureliano II para encontrar a la mujer más hermosa que había visto; la matanza de obreros de la bananera, United Fruit Company… Toda la variedad de historias, personajes y viajes es lo que hace a Cien años de soledad muy parecida a una Fábula Milesia.
En los últimos capítulos el escritor colombiano hace alusiones a la literatura grecolatina de la que tiene mucha influencia el libro, pienso que lo hace al final como una forma de darle el crédito a las aportaciones que tuvieron estos en su novela. También, el burdel de Pilar se llamaba El Niño de Oro, y conjeturó que es en referencia a El asno de oro. Hay un fragmento del libro donde Márquez, hace alusión a los clásicos:
Las únicas personas con quienes se relacionó fueron los cuatro amigos, a quienes les cambió por libros los trompos y cometas, y los puso a leer a Séneca y a Ovidio cuando todavía estaban en la escuela primaria. Trataban a los clásicos con una familiaridad casera, como si todos hubieran sido en una época sus compañeros de cuarto, y sabía muchas cosas que simplemente no se debía saber, como que San Agustín usaba bajo del hábito un jubón de lana que no se quitó en catorce años…
Por último podría decir que a diferencia de El asno de oro, la historias desarrollada en Macondo termina en tragedia. Lucio es salvado por la “intervención divina” de Isis; sin embargo en Cien años de soledad termina con un bebé devorado por las hormigas.
Todo esto son simples conjeturas mías, el autor, Gabriel García Márquez, nunca habló sobre nada de esto al respecto. Aunque mi respaldo esta algo tan tangible como los textos.