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“Mis padres se conocieron en Inglaterra durante la guerra en un baile clandestino cerca de Liverpool”. Así empezó mi conversación con Douglas Rolland, amante del jazz , del amor y de los viajes, en la terraza de su bar de la calle Álvaro Obregón. Nació en 1956, de padre argentino y madre escocesa.“ Mi padre , cofundador de líneas aéreas, fue a vivir a Lisboa, así que mi primer idioma fue portugués. Una vez mis padres quisieron conocer España, pero se quedaron en camino visitando viñedos antes de llegar a la frontera. Así eran de divertidos, en cuanto podían hacían una fiesta la hacían… Luego fuimos a vivir a Córdoba, Argentina. Empecé a estudiar arquitectura. En 1976, con el gobierno militar, el ambiente era muy pesado , tenia amigos izquierdistas, otros secuestrados, la universidad de arquitectura era un arsenal, en fin, decidí exiliarme con la idea de seguir mi estudios en Inglaterra”. En su vida Douglas tuvo tres periodos muy dificiles, y el último ahora por la pandemia. El primero fue cuando terminó su primera aventura inglesa. Todos sus empeños se realizaron a partir de un encuentro amoroso, confía, por eso inclino a llamarlo “El Playboy del mundo occidental” según el título de la obra de teatro del irlandés J.M.Synge, celta como él ( ¿acaso muchos jazzistas no llevan títulos de nobleza como el “Conde Basile” o el Duque Ellington?). Así, el hermano de su novia inglesa era constructor( builder) y Douglas empezó a trabajar con él, hasta que construyó dos asilos de ancianos. Su estilo de música en aquel entonces era Supertramp y Génesis. Tenía mucho trabajo y los negocios iban bastante bien , con sus amigos hacían asados argentinos en el pueblo inglés en que vivía, pero la situación económica se puso tensa. Era el momento de las grandes huelgas, entre otros la de los mineros tan reprimida por Margaret Thatcher, y llegó la gran recesión del 1991. Los bancos cerraron todos los préstamos, tuvo que sospender tres obras y tardó tres años en liquidar todo, pagando a los obreros como se debía. Le ofrecieron un trabajo en Mauritania, de supervisor de construcciones en una empresa de telecomunicación pagado por Arabia Saudita. Este país está al sur de Marruecos, puro desierto y Costa casi desierta.La población es de 4 millones, la edad promedia de 41 años..

“Había que excavar en el desierto para encontrar piedras para nuestras estructuras. Era una situación de guerra larvada, nunca viajaba solo, había cólera ,malaria y otro bicho que se llama el gusano de guinea, que entra en el cuerpo, lo infecta y a veces se sale por la nariz o los ojos. Una vez cruzamos el río para comprar alcohol en Senegal pero nos robaron el remo y huimos remando con las manos bajo el fuego de los guardias fronterizos.. Otra vez 300 arañas del desierto, de las que matan a los camellos, atacaron nuestro pequeño campamiento. Nos refugiamos en el coche y al otro día fue a la ciudad a comprar tiendas de campaña sin agujeros.. Terminada la misión , fui a Brasil a hacer lo mismo para Siemens y a Mexico con Pegaso que luego será Movistar. Quería hacer otra cosa. Abrimos con Tina Hacking una tienda de antigüedades en la colonia Condesa, hacíamos sándwiches y empecé a vender alcohol, en los domingos hacíamos tertulias con los dueños de todos los restaurantes y en la noche empezamos a poner música en vivo, el ambiente era bohemio, los precios eran accesibles y se llenaba. Tocaron grandes músicos, hasta Winton Marsalis. Luego hubo la T.Gallery que perdimos porque se habían “olvidado” de decirnos que la casa estaba embargada. Fue, por así decir, mi segunda bancarrota. En Álvaro Obregón 59 había un café. Lo tomamos con mi socio Martín Aparicio y lo llamamos Franca. Pusimos música en vivo. Aquí es más de barrio que en la colonia Condesa. Igual conservamos la clientela antigua. Arriba abrimos un club de jazz, La Casa Franca. Cuidamos mucho el ambiente para que sea bohemio y simpático. La idea es que una mujer pueda venir sola y pasarla bien, sin problemas, lo que es el caso.”

Con el Covid llegó la tercera catástrofe de su vida. Primero tuvieron que cerrar tres meses de marzo a Julio, y ahora Douglas y su socio llevan 13 meses sin ingreso propio, pagando sin embargo los gastos y el personal. En los momentos más duros, por suerte, el dueño les bajó la renta de un 50 por ciento. Pero entre los tres lugares, incluyendo la pizzeria,lograron conservar el trabajo de 41 personas. Apenas ahora empiezan a respirar.

En cuanto a la colonia Roma, Douglas quiere que vuelva el bulevar del arte que había en el camellón de Álvaro Obregón. También había el desfile de alebrijes. Era como el Jardin de Arte de San Ángel, no tenía carpas. Dice que todo el mundo lo extraña porque daba mucha animación al barrio. Los comerciantes hicieron una petición a la Secretaria de turismo pero no funcionó. Lo de la bicisenda es excelente, según el, y convendría controlar mejor el ruido de motos, de los camiones y las sirenas. Para terminar, le hice las preguntas de costumbre en mis retrasos: -¿Qué es lo que más odias.?

  1. Que se pierda el respeto. Que alguien en un carro no respete una bicleta o un peatón. Las agresiones en general.

-¿Qué te llevarías a una isla desierta?

  1. Una mujer.

-¿De qué podrías prescindir.?

-Acabo de regalar todo lo que no necesitaba , porque me mude de casa. Me gusta hacer limpieza. En este sentido, hasta las quiebras me sirvieron para librarme de cosas que eran un peso para mi. -¿Quieres agregar algo?

Me muero de ganas de ir a ver a mis tres hijas que viven en Inglaterra.

regalo para los 40 años de Douglas

en la foto,Patrick de Sentenac. Y Ángel D’Mayo.

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