Desde el inicio de su carrera Chica Ayala se ha dado a la tarea de experimentar nuevas técnicas: ha trabajado con resinas, piedras, fósiles, óleo, solventes, acrílico en hilos de pinturas que se desbordan. Describe sus obras, tanto en escultura como en pintura, como accidentales, abstractas, ya que no sigue un proceso rígido al momento de la producción.
Chica Ayala (Monterrey, Nuevo León, 1974) es una escultora y pintora que en las últimas décadas se ha adentrado en obras abstractas donde el color y la libertad en las formas son el eje principal por el cual transita su obra en la que puede crear universos de representaciones y tonalidades, y los que veremos en su exposición Volumen y color que se inaugura el miércoles 28 de octubre a las 18 horas en el Centro Cultural Pedregal .
Chica Ayala inició realizando vitrales irregulares creados con resinas y elementos de la naturaleza con los que logró contornos con una variación de tonalidades translúcidas en crear universos de formas y colores. Se ha dado a la tarea de experimentar nuevas técnicas para poder materializar diferentes tipos de contenido. Describe sus obras como accidentales, ya que no sigue un proceso rígido al momento de la producción. Trabaja con resinas, piedras, fósiles, óleo, solventes, acrílico en hilos de pinturas que se desbordan para dar volumen como si fueran sentimientos opuestos, como es la condición humana pues su trabajo
Para esta muestra ha sumado al lienzo la espesura del color como una eclosión que parece salir de cada obra, formando abstracciones y rupturas sutiles, siempre cromáticas que dejan entrever, acaso, lo que cada pieza esconde sobrepuesta para ofrecer “otras” lecturas… una explosión de color, una mancha en la que está la melancolía o la alegría del momento de creación. Algunas veces, al concluir una obra, nuevamente la interviene con más color que queda dentro como si se tratase de un tatuaje de la propia alma o la infancia como el destino impostergable.
Su obra es resultado de una artista íntimamente relacionada con el paisaje de la naturaleza, una obra intervenida que amasa, mezcla, manipula, moldea, pule, trabaja, labra y pinta con resultados de una obra epóxica como reflexión en torno la condición humana, armonía con el hábitat y sentido a la existencia.
Volumen y color mostrará más de 20 piezas en la que hay sobre todo pintura, pero también escultura, de esta artista en donde veremos acrílicos, chorros de tinta y pigmentos, resinas de combinación epóxica en las que amasa, mezcla, manipula, moldea y pule cada obra.
Chica Ayala (1974) es una artista plástica originaria de Monterrey, Nuevo León, México. Su carrera como artista comenzó en el 2007, año en el que inició también sus estudios dentro de la escultura en el Diplomado en Introducción a la Escultura en el Museo El Centenario en Monterrey. Posteriormente, continuó sus estudios en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, con un segundo diplomado en Escultura. Del 2012 al 2018 estudió nuevas técnicas como cerámica y Raku junto a la maestra Hilda San Vicente en el taller El Olvido. En 2014, entró al taller del artista Gustavo Salmones en la Ciudad de México, donde aprendió técnicas escultóricas tradicionales. Desde el inició de su carrera artística, Chica Ayala se ha dado a la tarea de experimentar con nuevas técnicas dentro de la misma resina, su medio preferido, no solo para encontrar un lenguaje plástico propio, sino para poder materializar diferentes tipos de contenido a través de su obra. Ella misma cataloga a sus piezas como accidentales, ya que no sigue un proceso rígido al momento de producir.
Se trata de una obra en constante exploración, con el propósito de innovar y encontrar nuevos medios de expresión para manifestarse. Su intención es expresar el comportamiento social en un interés enfocado en las características de toda personalidad: el ying y el yang que todo ser posee: el yin que significa lo femenino, la luna y la noche, la fuerza pasiva del universo; el yang lo masculino, el sol y la luz: ambas fuerzas constituyen la base del universo y los contrastes de la condición humana. Estos contrastes los simboliza en sus obras en la contraposición de los colores, así como también en la combinación de los diferentes materiales que utiliza. Casi al concluirlas algunas obras son intervenidas por otro color, pero el primero queda dentro como si se tratase de un tatuaje, propia alma o la infancia que es destino. La utilización de los acrílicos con acabado mate simboliza, de algún modo, la oscuridad y la furia de la existencia; la resina, que es luminosa, pretende representar la bondad o la virtud de cada ser.
Ha presentado su obra en países como Estados Unidos, Panamá, Belice y por supuesto, en México. Su obra se encuentra en colecciones privadas en Estados Unidos y México. Ha expuesto junto a artistas como Leonora Carrington, Gunther Gerzso, Pedro Friedeberg, Isabel Pérez Duarte, Philip Bragar, Gustavo Aceves, entre otros.