Al acervo acervo del Jardín Escultórico del Museo de Arte Moderno (MAM) se han sumado en los últimos meses las obras de los grandes creadores: Pareja, de Joy Laville; Milenio, de Federico Silva; Crisálida, de Manuel Felguérez; Túnel plegado, de Alberto Castro Leñero, y Homenaje a7 (corazón sangrante), de Fernando González Gortázar.
Con estás donaciones de los propios artistas o de coleccionistas, el Museo de Arte Moderno (MAM), refrendan labor de fomentar, proteger y difundir el patrimonio artístico de México producido a partir de la década de 1930. Su sede, ubicada en Paseo de la Reforma, dentro del Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, fue inaugurada el 20 de septiembre de 1964, y construida a iniciativa del entonces presidente Adolfo López Mateos, responsable de parte de la infraestructura cultural del centro del país.
Estas cinco piezas se incorporan al patrimonio artístico del pueblo de México, resguardadas, por uno de los recintos más importantes: el Museo de Arte Moderno, un edificio diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Carlos A. Cazares Salcido. El diseño de las jardineras y los andadores corresponde a Juan Siles, durante la dirección de la artista Helen Escobedo.
A la ceremonia para oficializar la entrega de estas esculturas, algunas de ellas ya hace casi un año en el recinto, asistieron autoridades del INBAL y de la dirección del MAM, y en representación de los artistas o los donadores: Narda González, hija de Fernando González Gortázar; de Heberto Guzmán Gómez, coleccionista privado quien refirió la obra de Manuel Felguérez; Alberto Castro Leñero y Esther González Tovar, esposa de Federico Silva.
Narda González, agradeció el “cumplir ese sueño de que una escultura de su padre -Fernando González Gortázar- pudiera estar aquí. No solo contribuyó a la escultura, sino a la a las artes visuales de México, a la arquitectura y a otras disciplinas en las que siempre se implicó de una manera muy generosa. Y reiteró: Gracias por hacer posible que esta pieza se incorpore al patrimonio artístico del pueblo de México.
Narda González aseguró que el MAM es uno de sus museos favoritos que visitaba continuamente, y la escultura de su padre, que decidió donar junto con su hermana, después de la muerte de su padre, es una de las que más le ha gustado.
Crisálida es un tributo también a quienes acompañaron -a Manuel Felguérez- en su vida creativa, la colocación de esta pieza es una manera de recordar lo fructífero que fue su trabajo, pero además el compromiso que hizo con toda una generación, que se denomino La Ruptura, con la cual acompañó un cambio en prácticamente toda la estética del arte mexicano; capaz de irrumpir en esta búsqueda al crear otro escenario para el arte mexicano, más allá de las obras del nacionalismo mexicano o del muralismo con quienes rompieron drásticamente para crear un arte moderno al mismo nivel que las grandes metropolis. Felguérez hizo un arte abstracto, para hacer un arte que en verdad construya desde otras figuras, pasando por el arte cinético.Heberto Guzmán Gómez, coleccionista, afirmó que la cultura enriquece y forma, y en el caso de Manuel Felguérez tenía el propósito de responder a cada acción. “Le escuché decir que el no creaba a partir de sus emociones, pero puedo afirmar sin temor a equivocarme que era un ser humano muy afectuoso y apasionado”.
Para este museo tener una obra de Federico Silva representa un acto de justicia cultural, porque la obra de este otro gran maestro tenía que estar allí… Una pieza que habla de este tránsito de milenio en relación con su propio tiempo y como parte vital del escenario artístico de México de un artista universal”. María Esther González Tovar, viuda de Federico Silva, dijo que el arte de México contiene la historia y la grandeza de nuestro país, y los artistas tienen la responsabilidad de expresar esta historia.
Al referirse a su pieza Túnel plegado, Alberto Castro Leñero, gran artista visual que ha experimentado en los últimos años conceptos del arte para fusionar las obras con quien las observa , recordó que el proceso de elaboración de esta se dio a partir de diversas circunstancias. “Es una escultura de gran formato, realizada tridimensionalmente, siendo la pieza principal de la exposición de pintura y escultura Espacios radiantes que presenté en 2022 y 2023 en el Museo de la Ciudad de México”.
El Jardín Escultórico tiene su propia dinámica, su propia personalidad y su propio recorrido. Actualmente este espacio al aire libre cuenta con 85 esculturas de los más destacados artistas de los siglos XX y XXI, en una superficie de 17, 500 m2. Tanto por el conjunto de obras que reúne, como por la integración de estas con el paisaje, el Jardín es uno de los más relevantes de América Latina. En él se reconoce la diversidad de propuestas, soluciones formales y posturas que se han dado dentro del campo de la escultura en nuestro país, la variedad de técnicas y materiales utilizados y la pluralidad de artistas, nacionales y extranjeros que han animado el diálogo sobre esta disciplina artística. Con la incorporación de estas cinco esculturas el panorama se amplia y permite apreciar una gran gama de variedad de discursos escultóricos y lenguajes plásticos de gran fuerza de expresión con la diversidad que es México.
Este espacio se ha enriquecido con cinco obras más, gracias a la generosidad de coleccionistas, artistas y sus propias familias, quienes han legado al pueblo de México obras significativas para comprender la escultura moderna y contemporánea, a través de las figuras de donación directa y comodato.
Túnel plegado se incorporó gracias a la generosa donación directa del propio artista, Alberto Castro Leñero. La obra de 2022 fue pensada para estar ubicada en el espacio público, ya que en ella el artista continúa su exploración de esculturas transitables, pensadas no solo como obras en diálogo con los públicos, también como piezas que introducen una carga orgánica e intimista, las cuales, antes de ser un objeto, son una vivencia y presencia.
Pareja, de los contados trabajos escultóricos de Joy Laville, fue donada de manera directa por Trevor Rowe, hijo de la artista. Realizada en los años noventa, es una obra en bronce, concebida originalmente para ser exhibida en el espacio público.
La escultura Homenaje a7 (corazón sangrante), de Fernando González Gortázar, se incorpora a las obras del Jardín gracias a la donación directa de Narda y Maitana González Silva, hijas del arquitecto. La obra formó parte de la exposición retrospectiva del artista en el MAM, Resumen del fuego, realizada en 2014. La obra de Federico Silva, Milenio es una escultura que resume varios de sus temas y soluciones formales y que es representativa de su producción en piedra, en la cual estableció un diálogo con las cosmovisiones prehispánicas. La obra se incorporó a manera de comodato con María Esther González Tovar de Silva. Crisálida, realizada por Manuel Felguérez, 2014, se suma al Jardín Escultórico por medio de un comodato del coleccionista Heberto Guzmán. La pieza parte de la deconstrucción y reensamblaje de un Volkswagen Sedán. Felguérez transformó esta maquinaria a partir de desmembrar y liberar las piezas metálicas de su color y funcionalidad para destacar la pureza y solidez de las líneas cromadas y la irregularidad y asimetría de sus formas.
El Jardín Escultórico se encuentra emplazado en el Museo de Arte Moderno. El público puede acceder a él desde la entrada peatonal, recorrerlo de manera libre y reservar su entrada al MAM para otra ocasión. Se ubica en Paseo de la Reforma esquina Gandhi, s/n, Primera sección Bosque de Chapultepec.