Este año el mensaje por el día mundial del teatro vino de Grecia para preguntar si ese artificio artístico está preparado para responder a las tragedias de nuestro tiempo que han puesto en crisis el sentido humano de la vida personal y colectiva. Theodoros Terzopoulos termina su llamado diciendo que requerimos de nuevas formas narrativas cuyo objetivo sea cultivar la memoria y darle forma a una nueva responsabilidad moral y política que emerja de la actual dictadura multiforme de esta nueva edad media que vivimos en nuestros días.
Todo el mensaje del escritor griego es un llamado para que la ficción dramática y escénica responda de otro modo a la crisis global que pese a todos los adelantos tecnológicos nos tiene en el portal de un nuevo tiempo infame en el que paradójicamente el oscurantismo está en el excesos de información de la que disponemos sin salir de casa. Sin embargo parte del gremio celebró el onomástico festejando el teatro por lo que es y no por lo que debería ser; un bien común.
Por ejemplo, sólo se puede aplaudir que 20 universidades públicas iniciaran los festejos del centenario de Emilio Carballido leyendo el pasado jueves fragmentos de las obras del autor considerado el mejor comediógrafo de la exitosa generación de los años 50. Bravo. Pero que hacen esas casas de estudio para que el teatro sea una disciplina artística que le ofrezca una vida digna a sus egresados que suelen pagarse sus estudios como botargas de farmacia.
Las instituciones púbicas de cultura de diversos estados del país se unieron con algún desplegado y ciertas funciones gratis al festejo pero sería mejor que dejaran de cobrarle renta a los artistas locales por utilizar edificios hechos con fondos públicos precisamente para socializar su trabajo. Son acciones que sólo requieren la voluntad de los responsables por hacer las cosas justas. Ahí están los edificios que no pueden utilizar los actores bailarines músicos y cómicos en general para ensayar y mostrar sus obras porque les cobran rentas escandalosas que solo pueden pagar entes privados. Se entiende que renten los teatros para eventos sociales en aras del presupuesto que no les da el estado para mantenerlos abiertos, pero es injusto que se les cobre por sus espacios naturales a los artistas de ahí que rara vez reciben apoyos para la producción de sus obras y que trabajan en condiciones tan adversas que lo menos que puede hacer el bienestar público es no cobrarles renta por un espacio público. ¡Leñe!
Mucha gente de teatro celebró el día mundial del teatro haciendo teatro pero hubo cómicos que hicieron algo mas, como salir en Xalapa, Puebla, Saltillo, a señalar los equívocos de la autoridad sobre cultura y turismo, en el caso de Veracruz, y a recordarle al gobierno de Saltillo que el Teatro de la Ciudad lleva un largo tiempo cerrado y la que fue una joya de la capital de Coahuila es hoy piedra abandonada al olvido.
Mucho jolgorio en las redes sociales por el día mundial del teatro pero también llamados de atención sobre la autentica situación del teatro institucional y particular, más que independiente. Aunque hay indicios de que las autoridades federales están tomando algunas acciones positivas para las artes escénicas, en Querétaro se denuncia la simulación de la secretaría de cultura para premiar a sus favoritos fingiendo ser imparciales.
Hay tantos pendientes para el teatro en nuestros ranchos que el llamado del autor griego para intentar nuevas formas de buscar una renovada moral política y social solo puede pasar por la democratización de la vida pública en un momento de nuestra historia en el que el poder se muerde la cola para cerrar el ciclo que se inició en 1920 con el triunfo del general Álvaro Obregón sobre Venustiano Carranza. El último caudillo de ese periplo histórico dejó todo el poder en manos de su partido, y digo todo porque falta muy poco para que el poder judicial pase a ser parte del gobierno que ya está cometiendo atrocidades jurídicas como condenar al ex rector de la UNAM Enrique Graue a pagar 15 millones de pesos por haber cumplido con su deber en el caso del plagio de la ministra Yasmin Esquivel. Así las cosas, habrá que releer el opúsculo de Bertold Brecht sobre las formas más efectivas de decir la verdad y no ser enjuiciado por ello.