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Daniel Hourdé

“Daniel Hourdé: De Paris à México” en Picci Fine Arts, el artista francés expone por primera vez en una galería de México.

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La galería Picci Fine Arts presenta “Daniel Hourdé: De Paris à México” una exposición que refleja los temas de la vanidad,  caducidad y a la vez de la esperanza humana. Del 30 de enero al 1 de marzo, la muestra reúne esculturas, carboncillos y mobiliario diseñado por el artista francés. Se trata de la primera exposición individual de Daniel Hourdé (Boulogne-Billancourt, 1947) en una galería de nuestro país.

La muestra se inaugura el jueves 30 de enero, 18:00 horas  en Picci Fine Arts —Alpes 700A, Lomas de Chapultepec, 11000, CDM— y es resultado de la relación de amistad y de trabajo, un logro luego de veinte años de colaboración, entre el artista francés y Pichi Aguilar, director de la galería.

Compuesta por  24 piezas el artista continúa en estas obras su exploración temática y su búsqueda en la corporalidad de las “sombras” tanto de la cultura occidental en su sentido histórico y artístico, como en el personal y auto-referencial del artista, buscando siempre introducir al espectador en una catarsis en torno a la vanidad humana.

En soportes de papel algodón o un espejo, los emblemáticos cuerpos dibujados a carboncillo de Hourdé se desdoblan a veces en un sentido literal, haciendo que el dibujo adquiera un valor material, tridimensional, que recuerda al Nuevo Realismo francés de los años 60, en donde en la apropiación directa de la realidad incorporan objetos cotidianos y explora en los límites entre el arte y la vida.

La temática del cuerpo que se retuerce, o es auxiliado por animados esqueletos, corresponde al interés del artista en una corporalidad presente en el arte cristiano flamenco del siglo XVI. La caducidad de la vida yuxtapuesta al esplendor de coronas de bronce componen uno de los principales ejes de su obra.

Sus motivos recurrentes son: los esqueletos, la Cruz y la Caída y la Redención, los depositarios de las danzas de la muerte de la Edad Media o el visionario retablo de Issenheim. Hace convivir a sus personajes, atrapados en una acción existencial, con objetos actuales y cotidianos o evocaciones quiméricas, para invitar a una reflexión sobre la vanidad.

En el trabajo de Hourdé, la expresión inconsciente no puede reducirse a una gama de temas autobiográficos, citas de obras de arte o episodios históricos, ni siquiera menos a reflexiones teológicas o filosóficas. Si todos estos aspectos están presentes, no determinan el curso narrativo ni ofrecen las claves para un código representativo. La expresión auténtica del inconsciente se encuentra en los contornos de la vida humana, en sus innumerables aspectos y manifestaciones. Este lenguaje expresivo está arraigado en una estética del doblaje, una indicación significativa del propio artista, y es el resultado de una afinidad elegida por los efectos de la división y la escisión, la duplicación del hombre y sus movimientos.

En su obra nos recuerda que los esplendores de la vida están acotados por el tiempo orgánico de los cuerpos, se vuelve más tangible en piezas como “Oh mon beau miroir, tu es ma croix” [Oh, mi hermoso espejo, eres mi cruz] (2013), involucrando directamente al espectador al reflejarlo en un espejo sostenido por dos esqueletos.

Esta exposición es el cúmulo de más de veinte años de relación de trabajo entre el artista francés con Pichi Aguilar, director de Picci Fine Arts. Relación que tuvo su primer esplendor público en la organización de la exposición Daniel Hourdé en México. París-Tenochtitlan que se celebró en 2022 en el Museo de la Cancillería en Ciudad de México.

En noviembre pasado una obra de Hourdé fue elegida para participar por primera vez a en la Bienal de La Habana, se trato de “El árbol de las mil voces” donde el artista con el soporte de Picci Fine Arts, llevó esta pieza cuya idea surgió en México, hace dos años, cuando recorrió el Bosque de Chapultepec y observó el movimiento de las hojas al caer, así  le vino la idea de crear un árbol monumental de acero, cuyas hojas fueran libros que se moverían igual que las que vio en su visita.

“Para nosotros es muy importante traer el talento de Daniel Hourdé a la Ciudad de México, luego de haberlo presentado en noviembre pasado en La Habana. Creemos que estas exposiciones no solo acercarán la obra de Hourdé al público latinoamericano, sino que también fortalecerán el diálogo cultural entre Europa y América Latina”, opina Pichi Aguilar, director de Picci Fine Arts.

Daniel Hourdé inició como galerista y pintor. Ahora se expresa principalmente a través de la escultura, el dibujo y las instalaciones. Estudio pintura y dibujo en École des Beaux-Arts de Grenoble y París, y se consagró a partir de los años ochenta esencialmente a la escultura, trabajó en la técnica y los materiales tradicionales como el bronce, las vanitas –género artístico que resalta la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte como fin de los placeres mundanos–, y en el realismo en el que encontró la mejor manera de dar cuerpo y alma a sus personajes. En su técnica de modelado hay un conocimiento quirúrgico de la anatomía humana. Su obra ha sido expuesta en diversas regiones del mundo; y en espacios públicos como en medio del río Sena, en el Pont des Arts. Vive y trabaja en París.

Picci Fine Arts cuenta con más de 60 años de historia y se ha consolidado como un actor clave en el panorama artístico de México y América Latina. Fundada por Poncho Aguilar en los años 60 bajo el nombre de Galería Ittati, su herencia incluye colaboraciones con figuras icónicas como Francisco Corzas, Ricardo Martínez o José Luis Cuevas. Hoy, bajo la dirección de Pichi Aguilar, la galería continúa esta tradición al combinar exposiciones innovadoras y proyectos de impacto cultural en un espacio que conecta creatividad, comunidad y excelencia artística.

L’Arbre aux mille voix (El Árbol de las mil voces) un follaje de libros en una escultura de Daniel Hourde.

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El árbol de 12 metros está formado por una cantidad de libros acumulados de autores del mundo, textos en todas las lenguas, cuyas hojas de acero brillan y tiemblan con textos de Marcel Proust, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Federico García Lorca, Carlos Fuentes, José Agustín, Virginia Woolf o Søren Kierkegaard entre muchos.

En 2022 el escultor francés expuso en México, invitado por la Secretaria de Relaciones Exteriores de México y su obra tuvo gran resonancia en el Museo de la Cancillería.

La escultura se inaugura el 28 de marzo el Pont du Carrousel y Quai Voltaire en el río Sena de París.

Este 28 de marzo el escultor Daniel Hourde instala su escultura L’Arbre aux mille voix (El Árbol de las mil voces) su más reciente pieza en acero inoxidable y pulido espejo que alcanza los 12 metros de altura. Se trata de un árbol de follaje literario, una obra poética como metáfora de nuestra libertad de pensamiento y expresión. La obra estará en El Pont du Carrousel —un puente que cruza el río Sena en la ciudad de París— y la inauguración será a las 18 horas –horario de Francia— y podrá verse en ese lugar hasta el 21 de mayo del 2024.

“Este árbol es una metáfora de la libertad de expresión ya que está formado por una cantidad de libros acumulados, grabados con textos de autores del mundo entero, escritos en todas las lenguas, cuyas hojas de acero brillan y tiemblan. Su temblor evoca la fragilidad de las ideas frente a los dogmatismos. Las hojas se renuevan cada año, como las páginas que salen volando, como las ideas viajan, mensajeras de un porvenir encantador· advierte Daniel Hourde en su comunicado de prensa.

Esta esperanza anunciada por los reflejos, los desequilibrios y la caducidad revelada por el espejo son temas recurrentes en la obra de Daniel Hourdé.

Un árbol de 12 metros constituido por un ramaje que son un sinfín de libros, símbolo de la palabra como fuerza y libertad, ramas acumuladas y grabadas con textos de autores del mundo entero, escritos en todas las lenguas. Su espesura son también ideas acumuladas en las hojas de láminas de acero que brillan y tiemblan, evocando su fragilidad frente la intolerancia.

En el follaje de este L’Arbre aux mille voix están autores con obras como La llama doble de Octavio Paz; La Celestina de Fernando de Rojas; Bodas de sangre de ederico García Lorca; Libro del desasosiego Fernando Pessoa; La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes; En busca del tiempo perdido de Marcel Proust; De perfil de José Agustin; Crónica de una muerte anunciada de Gabriel Garcia Marquez; Santa María de las Flores de Jean Genet; La vagabonde de Colette; Una vida violenta de Pier Paolo Pasolini; Eugénie Grandet de Honoré Balzac; Memoria de ultratumba de René de Chateaubriand; Una habitación propia de Virginia Woolf; El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, El proceso de Franz Kafka; Amok de Stefan Zweig;  La Realidad del Alma de Carl Gustav Jung; Tratado de la desesperación de Søren Kierkegaard; La insoportable levedad del ser de Milan Kundera; La tentación de existir de Emil Cioran; El enemigo de Irène Némirovsky; La sonata a Kreutzer de León Tolstói; Les amours interdites de Yukio Mishima; Nuevas historias extraordinarias de Edgar Allan Poe; París es una fiesta de Ernest Hemingway o Las afinidades electivas de Goethe.

En este árbol está la representación totémica de la fertilidad, la sabiduría y el conocimiento ante un follaje literario tan impresionante.

Desde este jueves 28 de marzo los paseantes de París que caminen por el Pont du Carrousel en el Quai Voltaire, no verán un espejismo sino un inmenso árbol de de metal brillante que brilla bajo el sol y que llevará en sus hojas casi toda la literatura, poesía y filosofía del mundo, en todas sus lenguas, en todos los temas del hombre y su condición humana.

Ante el espectador las ramas de L’Arbre aux mille voix parecerán moverse, como llevadas por el viento. Las palabras volarán pero a la vez quedarán estáticas en esos libros históricos de la humanidad; en cada follaje de este árbol está formado por cientos de libros, cuyas páginas se escapan y parecen volar en condición efímera. En él queda manifiesto que la escritura es la clave de la libertad, porque lo escrito resiste a la adversidad, como el árbol revela su capacidad de resistencia, adaptación y resiliencia; su follaje se dobla, se retuerce, pero no se rompe, frente al viento de la intolerancia como las hojas de los libros.

Allí estará lo que advirtió Octavio Paz sobre la poesía que nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio. O lo que nos adviritó Marcel Proust sobre que el hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma. Incluso estará allí la advertencia de Kierkegaard sobre “lo que me hace grande no es lo que me sucede, sino lo que hago con ello”.

Se han dedicado grandes estudios a los que se vincula el árbol con el libro. En latín, liber (libro) significa, al mismo tiempo, la lámina situada entre la madera y la corteza. Robert Dumas señaló que en Occidente los terminos libro u obra han sido asociados desde hace milenios con una de las manifestaciones fundamentales del pensamiento humano, como lo ilustran en diversos idiomas las palabras: buch en alemán, book en inglés, bouquin en francés. El liber seco proporcionaba superficies para la inscripción; años más tarde, fue el árbol el que proporcionó el papel para el libro.

Semblanza:

Daniel Hourdé ha estudiado pintura y dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Grenoble y París y se ha dedicado principalmente a la escultura a partir de los años 80.

Al darse cuenta de que la libertad en el arte ya no es una aventura, decide volver a una técnica y un material tradicional, del bronce a la cera perdida, y al realismo, al ser éste la mejor manera de dar más cuerpo y por ende más alma a sus personajes, incluso si este aparente clasicismo es a menudo desviado por la burla o la ironía.Sus esculturas narran las aventuras de un personaje anónimo al que el autor y todo el mundo puede identificarse.

Le gusta que sus personajes vivan al aire libre, en la ciudad o en la naturaleza. Los hace circular por la pasarela del Pont des Arts, entre un bosque de altos árboles deslumbrantes.

Ha creado gigantescos árboles de hierro fundido formados por multitud de elfos cubiertos de hojas plateadas, aparición fantasmal que refleja el bosque circundante; coronas cuyas espinas devastadas por la erosión y, una escalera para subir al Paraíso con zarzas a modo de peldaños; su obra es también una alegoría del martirio infligido por el Hombre a nuestro planeta, de la ambición y la codicia traducidas por el oro de la corona y cuyo reflejo en la esfera reluciente es el de la vanidad.

Hourde colabora desde hace tiempo con la Galería Larock-Granoff, participa en numerosas ferias internacionales y ocupa continuamente el espacio público.

En 2022, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México lo invitó a exponer en el Museo de la Cancillería en México.

Daniel Hourdé vive y trabaja en París.

Se terminó la fiesta

El artista francés Daniel Hourdé en el museo de la cancillería. Texto de presentación de la exposición

By Bicimundo / Viceversa, Sobre 2 ruedasNo Comments

 DANIEL HOURDÉ EN EL MUSEO DE LA CANCILLERÍA

Al anunciar esta exposición, Daniel Hourdé dijo: “- Hay una correlación evidente entre mi trabajo y la cultura mexicana. En general compartimos la misma obsesión por la muerte” y precisó que se refería tanto a las iglesias como al arte popular de las Catrinas y del papel  picado. Varios de sus rostros deformados por un rictus o una expresión de angustia se asemejan muy fácilmente a las calaveras, confesó también. Con esto parece que estamos en un terreno conocido. Sin embargo , este artista muy singular nos reserva muchas sorpresas, con una obra marcada por la ambigüedad voluntaria, numerosas paradojas , una  representación del deseo y del duelo impregnada profundamente  tanto por el cristianismo como por la lucidez profana , todo eso dominado por una impresión   de incertidumbre y de desequilibrio.

Su arte y sus técnicas son clásicos , de manera voluntaria y totalmente deliberada. Al mismo tiempo, gracias al dominio de la forma, se introducen figuras e intenciones como en el manierismo en el siglo XVI . En este momento  la deformación ,el juego y el doble sentido son en el fondo las afirmaciones de una nueva libertad del artista que quería expresar sus propias sensaciones y dejar de obedecer a las consignas eclesiásticas o de la monarquía, como  venía sucediendo en el Renacimiento.

Al entrar en la exposición , hay una barca en bronce . Constituida por elementos  animales y vegetales, nos llevará simbólicamente  por un recorrido iniciático que se puede asemejar a una performance o un ritual, con una clara narrativa de la muerte y sus avatares. 

Nos reciben unos gigantes ,personajes con músculos hiperbólicos que llaman la atención . En la época medieval representaban una figura paterna, famosa tanto por su apetito de comidas como de saber intelectual. Eran nobles , en lo que se llama el pantagruelismo. Pero era también malos como los ogros, terribles como el Golem quien , creado para proteger  su pueblo, se había vuelto loco, o los gigantes atacados por Don Quijote. A los personajes de Daniel Hourdé  les sobran músculos, están estirados de manera sobrenatural, pero les falta equilibrio. 

Si no se les ve la cara  es porque representan  la humanidad entera. Son  como nosotros , oscilan entre la vida y la muerte.  Los pequeños bronces, en cambio, presentan personajes de la saturnales antiguas o de los festejos carnavalescos; son por ejemplo un espantapájaros o un esgrimista cuyas expresiones nos hacen pensar en una parodia de los rituales religiosos de la cosecha o de los divertimentos de la nobleza. En estas fiestas estaban siempre presentes la muerte y la resurrección, las sucesiones y la renovación, especialmente en tiempos de crisis o de trastornos, como lo muestra M. Bajtin en “La cultura popular en la Edad Media y en el renacimiento.”

En la pasión de Cristo, se afirma la dimensión espiritual  a través de los   tormentos de Jesús , con  sus movimientos convulsivos y sus contorsiones exacerbadas. La tensión se manifiesta en sus miembros cuya carne casi desapareció para dejar sólo venas y músculos. 

El dibujo tiene mucho aplomo, seguridad, intensidad gráfica, nos conmueve por el dolor que expresa y también por unos gestos casi extáticos que nos recuerdan los cuadros de los mártires cristianos. Pensemos en San  Lorenzo en la parrilla o  en San Sebastián acribillado. Es notoria la presencia de velos y de tejidos oscuros que desvelan y revelan.  La figura de de la caída, tan importante en el cristianismo  y central en la obra de Hourdé, es también muy dinámica y acorde con los temas de la incertidumbre y de la muerte,  con la sensación de que Cristo y la humanidad a través de él  están “  en vilo”, como suspendidos en su destino. 

La representación se  integra a  unos motivos geométricos, círculos, cruces, volutas, vueltas concéntricas, sensuales que desconciertan y terminan por   rivalizar seriamente con el motivo  inicial , lo que puede asimilarse a una tentación abstracta que se manifiesta  por otra parte en dos de las pequeñas esculturas.

En la renunciación o renuncia vemos a un Cristo que parece ofrecer su corona a quien la quiera, como si estuviera cansado de la ingratitud humana. es una  de las figuras del abandono pero la renunciación cristiana consiste también en privarse de sus bienes terrenales  y de sus placeres para dedicarse a Dios, otra ambivalencia  con las que parece deleitarse nuestro anfitrión.

Y en la parte final la muerte tira el mantel sobre una mesa inexistente . Se tira la toalla. Como en el espejo con los dos esqueletos, hay un tono metafísico contrapuesto con un aspecto lúdico : Narciso que se ahoga en su reflejo y los esqueletos al servicio de la belleza. En la narrativa del mantel  hay a la vez la idea de tabula rasa, la de terminar con todo, y  al mismo tiempo la simple travesura de la muerte que se aburrió , muy al estilo de Luis Buñuel.

Hourdé trata también el concepto de Vanidad, que pertenece a otra escuela de pintura,un siglo después del manierismo, marcado claramente con la frase del Eclesiastes: “Todo es vanidad y un correr tras el viento”, que presenta como vanos todos los placeres humanos, ya que son frívolos y la muerte inexorable.Más vale pensar en Dios y prepararse. 

La vanidad se verá  más particularmente en el espejo Psyché  evocado arriba, pero está omnipresente. La proeza de Hourdé es que, en vez de representarla de manera clásica con un bodegón y una calavera, la integra a sus cuerpos manieristas y barrocos, saltándose de manera insolenta unos decenios de años pretéritos entre dos siglos, realizando una fusión de los dos a la manera moderna.

En un ensayo muy perspicaz sobre el artista , Dominique Baqué  nos desvela sus múltiples facetas y paradojas: “ Cristianismo y paganismo, tragedia y sentido agudo del humor, muerte y erotismo, inscripción en el clacicismo e irrupción de motivos prestados de la cultura pop:( …)Hourdé  es sin duda un artista atormentado, lo cierto es que es un artista total( …) que se sitúa en “ otra parte”, eminentemente singular”.

La corona es uno más de los elementos constitutivos de su imaginario .  Se inscribe en la misma problemática de la creación y la destrucción.Es el símbolo del poder terrenal, y es igualmente la corona de espina que los romanos pusieron a manera de burla en la cabeza de Jesús  cristo. Aquí resplandece pero también fue quemada, se va a romper, su resplandor flamigero es el de las llamas que empezaron a devorarla. Como un puente  entre escultura y poesía, entre Europa y América  latina, como un eco a esta corona de Hourdé, se pueden citar estos versos del peruano Cesar Vallejo en “Trilce” , en los que el resplandor se mezcla al dolor cristiano en la cruz: 

¡Luna! Corona de una testa inmensa

Que te vas deshojando en sombras gualdas! 

Roja corona de un Jesús que piensa

Trágicamente dulce de esmeralda.

En esta oposición entre el resplandor y la decadencia, la gloria y la consuncion, aparece una gran paradoja del arte religioso o moral : si todo es vanidad, la cualidad estética es también fútil y debe rechazarse, pero es útil para hacer pasar el mensaje, ya que el espectador debe ver la obra para meditar.

En esta exposición, en este viaje se confrontan y se rozan el castigo y la gloria, los caprichos y el sino, la tragedia y el juego como en las fiestas tradicionales en las que la vida y la muerte se dan la mano y bailan juntas.

Dominique Legrand.

Daniel Hourdé llegan a México desde Francia: una Catarsis de la vanidad humana

By Sobre 2 ruedasNo Comments

La Secretaría de Relaciones Exteriores expondrá a partir del 27 de julio una veintena de esculturas, pinturas y dibujos de Daniel Hourdé, uno de los artistas más emblemáticos y reconocidos de Francia. La exposición, de entrada gratuita, se exhibirá en el Museo de la Cancillería, ubicado en la calle República de El Salvador 47, centro de la Ciudad de México.

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