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Fernando de Ita

LA CRITICA DE TEATRO…

By Sobre 2 ruedasNo Comments

Alguna vez la crítica de las artes que se hacía en diarios y revistas formó opinión pública. Era el tiempo del homo legere en el que primero los suplementos y luego el diarismo cultural propició el auge de asociaciones de periodistas y críticos de teatro cuya misión principal era organizar su fiesta anual de premiación a la que concurría la crema y la nata de aquella comunidad teatral en donde el teatro privado, más comúnmente llamado comercial, era más atendido por la prensa que el teatro del INBAL y de la UNAM.

El Covi y la universalización del internet terminaron con los lectores en favor de los internautas que viven la realidad a través de sus pantallas. Ahora es posible leer critica de las artes en las plataformas digitales y eso modificó la relación del público con la crítica porque ahora el lector del texto crítico puede hacer la crítica de la crítica. En ese sentido la aparición de Teatro Mexicano en la nube virtual hacia el 2009 propició un intercambio de opiniones y puntos de vista que le dieron color y calor a discusión pública del teatro. La iniciativa fue de Luis Enrique Gutierrez Ortiz Monasterio, LEGOM, aunque la operadora del sitio era Alejandra Serrano que ahora reabre Teatro Mexicano para difundir la iniciativa de otra mujer con luces en la cabeza y excelente pulso narrativo: Luz Emilia Aguilar Zinser que a partir del 2017 inició el registro crítico de la Muestra Nacional de Teatro que en este momento se da en la ciudad de la Paz.

Durante varias generaciones se ha repetido que el grueso de la gente de teatro lee poco teatro y menos teoría y ensayo, y eso resulta cierto en el caso de los registros publicados por la Muestra Crítica a lo largo de varios años porque ni los críticos hemos revisado el material recopilado para darnos una idea de los cambios que ha tenido el teatro en la última década. Acaso por ello, este año el trabajo del equipo de Luz Emilia y Alejandra está más visible y su formato periodístico de lo hace más atractivo no solo para la gente que está en la Muestra sino para la gente de teatro en general.

 En otro tiempo la crítica fue simplemente la búsqueda de la verdad y la belleza. ¿Qué es hoy la crítica, quién la hace, quién la atiende, quién la propicia?

Algunos notables colegas siguen haciendo crítica periodística en diarios y revistas, pero ya son más leídos cuando su columna pasa a las redes que en su original de papel y tinta. Cada vez mas los grupos y solistas de las artes escénicas utilizan creativamente las plataformas digitales que son ya la cartelera principal de los grupos no institucionales. Sin duda la propaganda y publicidad del trabajo artístico se hará en las redes, aunque en su inmediatez no es un buen refugio para la crítica que se supone debe ser una opinión formal fundada y razonada en busca del análisis del objeto de estudio. Es decir, que tanto para escribirla como para leerla se requiere concentración y tiempo, y es lo que no tenemos en la cultura líquida.

 Como sea, lean teatro mexicano.

Llegamos todas…

By Sobre 2 ruedasNo Comments

“Llegamos todas”, el mantra con el que tomó la presidencia de la república la doctora Claudia Sheinbaum sólo puede ser una figura de lenguaje porque las 65 millones de mujeres que hay en México no caben en palacio nacional, aunque este pregón está lejos de ser solamente una frase publicitaria porque el efecto mujer en la silla presidencial se ha sentido en las 13 gobernadoras que habrá a finales del 2024 y en el crecimiento exponencial que ha tenido el número de alcaldesas, diputadas, senadoras y regidoras del país.

 

Pero hablando de la cocina, el sótano, la bodega, el mingitorio que ocupa el teatro en el interés gubernamental…, los hombres lloran, sobre todo los autores dramáticos que siguen consternados porque las siete becas disponibles para escribir teatro en el Sistema Nacional de Creadores de Arte se las dieron a siete mujeres y ningún varón, no de título sino de género. Aunque entre los pedinches del género masculino estuvieron autores laureados y multipremiados, y estaban dos señores y una mujer en el jurado, ganaron ellas, no solo porque cinco de las autoras son irreprochables y las otras dos joyas ocultas, supongo, al no conocer su obra, sino en virtud de que hay un cambio de paradigmas en las premiaciones del FONCA, como todos seguimos llamando al estímulo correspondiente.

 Una de las poquísimas ventajas de ser viejo, en mi caso, es que como hombre de tinta y hombre de teatro fui testigo del nacimiento y evolución del FONCA que se fue democratizando sin perder la intención central que impulsó a Octavio Paz y sus allegados a la creación de este: la meritocracia artística. Gracias al concepto hubo creadores individuales y colectivos de teatro que recibieron el apoyo de los fondos públicos innumerables veces porque las bases del FONCA nunca pusieron un limite al respecto. Y sobre todo en el caso de los colectivos, fue la mejor manera de apoyar la formación de agrupaciones estables para cumplir con la premisa mayor del teatro emergente; crear públicos. Eso hicieron los mejores núcleos de producción escénica solo para descubrir que sin el apoyo institucional esa labor estaba comprometida porque el público que crearon nunca fue el suficiente para pagar los gastos de producción de los grupos.

 Yo tuve mi última beca del FONCA en el 2019 cuando el presidente López Obrador ya estaba destruyendo fideicomisos como el FONCA, y un año después fui jurado y me extrañó que el discurso de igualdad de género que ya era una bandera de Morena no se aplicara a esa premiación. El caso es que hay un relevo generacional en la presidencia de la república, en cultura, en el Fonca, en los jurados y en los beneficiarios. Tan inevitable como el paso del tiempo. Ya mamamos mucho tiempo esa teta los antiguos y es hora de que nuevas generaciones reciban el estímulo del dinero público para vivir tres años como la oruga que se convierte en mariposa, es decir, en un individuo capaz de vivir de su escritura. Aunque al final del periodo descubra que las becas tienen un problema tremendo: se terminan.

 Dice la historia con mayúscula que lo único que no se debe hacer con el poder es compartirlo. De ahí que los hombres subyugaron sin miramientos a las mujeres la mayor parte del tiempo histórico, esto es, registrable. Mas toda opresión termina por generar la liberación de la víctima. Entre tanta faramalla por el empoderamiento de las mujeres en la vida pública, se pierde de vista el fondo de esa trasformación. ¿La mujer será más justa, más ecuánime, más generosa, más inteligente, mas productiva, mas honesta, menos vengativa, menos corrupta, menos arbitraria, menos criminal, menos arbitraria y mas democrática que los hombres, sólo por ser mujer?

 En todo caso, hoy y aquí la cancha es suya, suya es la pelota, suyo el juego, suyo el árbitro. El inconveniente que yo le veo a ese triunfo histórico es, mejor dicho, son, sus compañeros de partido.

MUESTRARIO. Muestra Nacional de Teatro en la Paz, Baja California Sur.

By Rutas literarias, Sobre 2 ruedasNo Comments

Como toda proeza cultural la Muestra Nacional de Teatro tiene principio, desarrollo y cambio de objetivos porque ya va para su celebración número 44.

Los jóvenes que compartirán del 7 al 16 de noviembre en la ciudad de la Paz, Baja California Sur, la reunión anual de la República del Teatro, acaso se asombren al saber que la Muestra nació para que los parientes pobres de las provincias mostraran sus afanes artísticos en la gran capital del país, patrocinada por Cigarrera la Moderna que repartía paquetes de humo en la sala desierta donde se presentaban las obras de los grupos estatales. Soy testigo de que a la gente de teatro y al público de la ciudad de México le importó un rábano la temporada que se dio en algún destartalado teatro del INBAL, y por ello la Muestra se fue a provincia donde encontró su sentido y su porvenir.

 José Solé y Ramiro Osorio son dos hombres claves para agregar que gracias a las muestras de Morelia y Xalapa en los años 1983 y 1984 respectivamente, el teatro de los estados comenzó una trasformación que hace posible el teatro que se verá en los 17 escenarios habilitados en La Paz este año. Antes de Morelia y Xalapa el teatro fuera de la ciudad de México era costumbrista, ilustrativo, literario, salvo algunos intentos de modernidad que ocurrieron en Monterrey, Xalapa y Mérida. La primera Muestra de Monterrey fue en 1986 aunque a partir de 1988 la ciudad fue la sede permanente de la Muestra por 10 años, por los empeños de Luis Martín.

Actualmente ya nadie llega a la Muestra sólo con su ignorancia sobre el teatro del mundo porque la virtualidad nos permite estar al día al respecto, de manera que los cómicos de hoy no pueden atesorar la conmoción que les causó a sus padres dramáticos estar ante la aurora boreal del teatro que ellos querían hacer, pero no sabían cómo. Era el teatro de Margules, de Mendoza, de Gurrola, de julio y Germán Castillo, acaso el de Marta Luna porque eso sí, los machos dominaban la escena y los directores podían insultar a sus actores sin consecuencia alguna.

 Del 2000 a la fecha la Muestra ha cambiado formatos, convocatorias, propósitos, direcciones artísticas, pero la esencia de su misión sigue siendo la de Morelia-Xalapa-Monterrey: Construir una comunidad teatral, como dice el lema del Espacio Abierto  que desde hace algunos años es donde se reúnen, al filo de la media noche, los cómicos que quieren palabrear sus afanes sin moderador ni otra restricción que no sea la rechifla de sus iguales. Aunque el propósito final de esa tribuna libre sea agarrar jale, digo, qué caso tiene engañar a nadie.

 Yo no creo que todo tiempo pasado sea mejor, pero por definición es un tiempo fundacional porque sólo en el ayer está el hoy. La virtualidad está borrando el origen de las cosas para el impresionante volumen de gente que desconoce quiénes fueron los griegos y los toltecas. El mejor teatro de todos los tiempos occidentales no es el que ignora la tradición sino el que honra su memoria actualizándola. No saber en el teatro quienes fueron los griegos y los toltecas sólo puede producir un teatro líquido que acaso nos entretenga en la butaca, pero no en la vida.

 Para terminar con la Muestra debo decir que luego de dudar públicamente en este espacio de la capacidad de Claudia Icaza como secretaria federal de cultura, advierto que en su corto periodo en el cargo ha mostrado capacidad de diálogo y de atención a los problemas centrales de su obligación, que no es, para decirlo con ella, con la comunidad cultural porque la vieja comunidad hegemónica se ha convertido en comunidades. Plural. Es alentador que el funcionario que cumple la política cultural del gobierno esté al tanto de la complejidad del sistema. Por eso agrego que una de las virtudes políticas de la MNT es que desde que el escritor Saúl Juárez fue director del INBAL la organización de la Muestra ha estado en manos de la gente de teatro.

En este marco, el que Haydeé Boeto sea subdirectora general del INBAL y Luis Mario Moncada responsable de la Coordinación nacional de Teatro del mismo instituto, es un alivio en la medida que llegan a esos puestos gente capaz, preparada y comprometida con su función pública. Pero medio siglo de registrar en el papel y la memoria el origen, el desarrollo, el ascenso y la caída del aparato cultural mexicano, me llevan a la conclusión de que sólo un cambio radical podría darle su lugar a la creación artística porque los únicos que están fuera del sistema laboral y de seguridad social de las instituciones culturales del estado mexicano son los creadores, siendo ellos el motivo, la razón, el sentido de la cultura institucional. Por cierto, me parece estupendo el nombramiento de Nadia López García como coordinadora nacional de literatura porque es una de las poetas del porvenir.

 En fin, como dice mi maestro Nicolás Núñez, tal vez ustedes no estén al pendiente, pero en este instante el mundo está dando vueltas en el espacio a una velocidad vertiginosa, impresionante. Muévanse con ella.

 

Sólo quedó la humareda

By Rutas literariasNo Comments

El pasado 26 de septiembre se cumplieron 10 años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Guerreo, por la acción criminal de la delincuencia organizada y las fuerzas del orden municipal, estatal, federal y militar. En el penoso triunfalismo del gobierno saliente hay un hoyo negro que muestra cómo el presidente que prometió decir toda la verdad sobre este crimen imperdonable prefirió mentir sobre la responsabilidad de los mandos militares involucrados en la atrocidad cometida con 43 jóvenes que tenían la vida por delante.

Para recordar que ese tajo en el cuerpo social del país sigue abierto, 15 grupos del teatro de las orillas del sistema, nativos de guerrero, Puebla, Veracruz, la ciudad de México y el Estado de México, ofrecieron en 10 espacios diferentes, montajes y lecturas dramatizadas de un poema dramático escrito por Mario Ficachi, llamado, La humareda. Mario es un consecuente hombre de teatro en el sentido amplio de la palabra, y también es el coordinador de este acto inédito en nuestro teatro, denominado, VIVOS SE LOS LLEVARON.

 Confieso que dado el tema supuse que el texto de Mario tendría un tono heroico, elegíaco o simplemente panfletario. Por el contrario, es un memorial breve, sobrio, directo, que huele a gasolina ardiendo sobre los cuerpos mutilados de los estudiantes sacrificados. Dice, en el canto número IV de su poema;

¿Qué se necesita para matar a un

Hermano?

¿Qué se necesita para contemplar su

Cuerpo desmayado y negarle ayuda?

¿Qué se necesita para rociarlo de

gasolina?

¿Qué se necesita para prenderle fuego a

tu hermano?

¿Qué?

 Saber la respuesta podría ser la llave maestra de la paz y la concordia entre la sociedad dividida que deja el presidente que en nombre de la transformación del país lo llevó a una etapa que él ayudó primero a derruir y enseguida a reconstruir: la del presidencialismo absoluto.

La Humareda termina con el soliloquio de un soldado que hace un acto de introspección que va de su infancia al momento en el que vio la pira en la que se quemaron los cuerpos. El autor del texto le otorga conciencia histórica y social a un soldado raso que sin embargo habla consigo mismo de manera coloquial, evitando la ampulosidad del discurso, pero no la victimización de quien prende la hoguera porque es una orden, que viene, claro, de un montón de cerdos con galones militares, pero una orden. Y en el ejército, las ordenes se cumplen. Punto.

Que el teatro sea la condensación simbólica de un acto terrorista que no termina de esclarecerse por falta de integridad política, y que desde la marginación que los grupos participantes prefieren llamar independencia, se diga con dignidad que la mejor manera de llegar a un fin, que es el de terminar con el desasosiego permanente de los padres de los 43 estudiantes, es  la verdad sin adjetivos, simplemente saber a ciencia cierta lo que sucedió con sus hijos. ¿Es mucho pedir, claman los cuerpos vivos que integran los 15 grupos de esta acción artística, esto es, política, esto es, colectiva; es mucho pedir la verdad sobre un crimen que ensangrentó al país y que sigue provocando desasosiego?

 La respuesta está en la lucha que han sostenido los padres de los normalistas por 10 años, y sin duda su voluntad de saber la verdad sobre sus hijos durará otra década si es necesario.

DE POR QUÉ PEDRO PÁRAMO NO DEBE FILMARSE

By Rutas literarias, Sobre 2 ruedasNo Comments

Netflix arrancó la producción de la adaptación cinematográfica de Pedro Páramo de Juan Rulfo, la tercera adaptación de esta novela la marca el debut de Rodrigo Prieto en la dirección cinematográfica. Se ha confirmado que la película llegará a la plataforma de streaming globalmente el próximo 6 de noviembre. Su primer lanzamiento oficial ocurrirá en el Festival de Cine de Toronto, el 5 de septiembre. 

Sobre esta adaptación escribe el crítico de teatro y periodista cultural Fernando de Ita, en su primera colaboración para Cultura en Bicicleta.

«Pedro Páramo y su efecto no está en la novedad del relato sino en su estirpe, porque en el fondo lo que hizo Rulfo con su novela fue repetir la costumbre ancestral de los pueblos del mundo de resucitar a sus muertos».

Porque al darle a la invención de la realidad la determinación de un rostro, un lugar, un tiempo y un destino igualmente inventado, pero fijo, de la imagen que ha concebido cada lector del libro insignia de la literatura mexicana del siglo XX, se termina la posibilidad de que ese rostro, ese lugar, ese tiempo, ese destino sea la película personal de quien ha buscado a su padre, como Juan Preciado, en “el más allá”.

Joanne Rowling se ha vuelto inmensamente rica porque Harry Potter pide a gritos los efectos especiales que han hecho de la saga del joven mago inglés un fenómeno global. En esa narrativa todo está escrito para ser filmado. Pedro Páramo es un poema del silencio interior que le permite a los vivos hablar con los muertos. No es magia. Es una revelación de la conciencia que crea una realidad sobrenatural a partir del lenguaje, y el logro del escritor es que ese tránsito entre la vida y la muerte sea de una naturalidad asombrosa.

Prescindiendo de la biblioteca que se ha formado a partir de las mil y una interpretaciones de Pedro Páramo, como lector lego que ha visto las películas y obras de teatro que se han hecho de Pedro Páramo, puedo decir que todas esas versiones han fracasado por la misma razón que hace de la versión Netflix de Cien años de soledad, de García Márquez, un cuento ilustrado que perdió en la filmación la magia de las palabras. Sabemos que el autor colombiano reverenciaba al escritor mexicano porque le abrió la puerta para narrar su propia fantasía, pero no a la manera de Rowling, ni siquiera de Rulfo, cuyo entorno es seco y mortuorio, a la manera del trópico que Carlos Pellicer cantó entre nosotros como nadie.

Para los tiempos que corren debe ser una paradoja que una frase diga más que mil imágenes, pero no hay manera de grabar los diálogos de Pedro Páramo o de Cien años de soledad sin que su ilustración fílmica sea una repetición del texto y no la invención de un mundo distinto al mundo que vivimos a diario. Eso es Pedro Páramo y su efecto no está en la novedad del relato sino en su estirpe, porque en el fondo lo que hizo Rulfo con su novela fue repetir la costumbre ancestral de los pueblos del mundo de resucitar a sus muertos. La particularidad de su relato está en la guerra cristera de los años 30 en México y el habla -que es el pensamiento-, de su terruño. Lo asombroso, literalmente hablando, es que esa forma de formular los acontecimientos de un pueblo fantasma de la región del Bajío haya impactado a lectores de Uruguay y Argentina del tamaño de Borges y de Carlos Oneti, cuando el primero hizo del lunfardo, por ejemplo, una categoría del relato, y el segundo un homenaje al lenguaje coloquial. Pero ambos sabían que aquel hallazgo de Rulfo era la manera subterránea que tienen los grandes escritores de grabar en piedra el mismo mensaje de sus antepasados: “Aquí estuve yo”.

José Emilio Pacheco me jalaría las orejas por decirlo así. El diría: “Aquí estuvo un poeta”. Rulfo, Borges, Oneti, Pacheco, todos ellos quisieron desaparecer como personas y sobrevivir como autores de algunos textos. Se aprecia la intención de ser la voz anónima de la tribu. Se duda de su veracidad porque sin la notoriedad pública de todos ellos Borges habría sido solo un bibliotecario, Onetti un alcohólico, Pacheco un periodista anónimo y Rulfo un vendedor de llantas para automóvil. En cambio, sigo envidiando la capacidad de José Emilio de relacionar el pasado con el futuro, el presente con el pasado y el futuro con la posibilidad de hacer actual un poema persa del siglo VI. Cómo no creer que Juan Rulfo hablaba con los muertos si yo sigo tomando lecciones con el Inventario de José Emilio Pacheco.

La cuestión es que el extraordinario fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto está por estrenar en el Festival de Cine de Toronto su versión fílmica de Pedro Páramo, y sin haberla visto me tomo la libertad de hablar, no de ella, sino de la imposibilidad de que le haga justicia a la creación literaria por una cuestión de forma y de fondo, esto es; por la naturaleza del relato, que ya es en sí una película de manera que al reintentarla para el cine solo puede ser una parodia. Apenas si he visto los relucientes trajes de charro de algunas escenas de Prieto y ahí está el detalle, Hollywood no es Comala., aunque la maestría del cineasta hará sin duda maravillas con el sentido onírico del relato, pero qué hacer con los diálogos.

En la Película sobre Páramo de Carlos Velo en los años 60 la adaptación fue de Carlos Fuentes, la fotografía de Gabriel Figueroa y Pedro Páramo fue John Gavin. El director español aceptó demasiado tarde que ese fue su primer error. El segundo, en todas las adaptaciones fílmicas y teatrales, es el habla, la forma de ser, verbalmente de los personajes. Nadie habla como en los cuentos de Rulfo, por más que sea verdad que así hablaban sus paisanos. El oído humano es el primer editor del lenguaje. Rulfo editó las conversaciones de sus mayores y les dio un valor literal que en la escritura es la voz de la tierra y en el cine la imitación de un acento, un sonsonete, unos regionalismos. Habría que tener, en el cine y el teatro, la tradición centenaria de los ingleses para hablar en pasado como si fuera hoy, Por ello los poetas isabelinos de hace 600 años son tan actuales para ellos, porque hay una tradición dramática, esto es, una entonación, un ritmo verbal, una cadencia sonora identificable. Macario, una de las cumbres fílmicas de nuestro entorno cultural, original de Bruno Traben, un escritor alemán, en adaptación de Emilio Carballido, apuntala mi aseveración. Tizoc, de Ismael Rodríguez, muestra hasta qué punto se puede pervertir el habla natural de los naturales de México.

Antes de concluir debo confesar que no sé cómo y porque me embarque en este artículo. Acaso desde que tuve la noticia de que un laureado fotógrafo mexicano quería filmar Pedro Páramo, esto es, registrar el misterio de la entre vida, de la entre muerte, del entre sueño, de la realidad alternativa que nos da la invención literaria y cinematográfica. Nada me gustaría más que la película de Prieto desmintiera mis temores de que hay obras literarias que ya están filmadas en el papel y el intento de llevarlas al cine es, por lo tanto, una reiteración que las empobrece. Él es un master de la cinematografía. Yo acaso un defensor del misterio de estar vivo, Como Páramo.