Hay migraciones que polinizan su cultura artística en el país al que han trasladado sus raíces. La migración que provocó la guerra civil española de los años 30 fue una dichosa invasión intelectual y artística que amplió el panorama cultural y académico de nuestro país. Pero esa fue una avalancha. La de la doctora Elvira Popova es una migración de abeja que primero se empapó en la cultura teatral mexicana y desde esa apropiación fue regando el polen de su cultura búlgara para llegar al estreno de El Apocalipsis llega las 6 de la tarde, una construcción dramática del escritor, poeta y periodista búlgaro Georgi Gospodinov, que tuvo lugar el pasado fin de semana en el teatro del Centro de las Artes de Monterrey Nuevo León.
El primer acierto de esa presentación es conocer a uno de los narradores búlgaros que ha reorientado, según Wikipedia, la literatura de su país hacia la valoración del pasado como una forma de tener control sobre el futuro. Entre los países balcánicos que estuvieron bajo el dominio soviético Bulgaria fue de los más aislados del mundo y solo los especialistas conocían su literatura. Gospodinov fue uno de los hombres de tinta que rompió aquella cortina de hielo y les dijo a sus vecinos que Bulgaria también es Europa. Al día sus libros han sido traducidos a 25 idiomas y sus novelas han merecidos premios nacionales e internacionales de relevancia.
Ahora sé que sus dos primeras novelas están traducidas al español, Una novela natural, de 1999, que lo colocó de inmediato en la atención de la crítica y los lectores de su país, y Física de la tristeza, del 2011, que tan solo en un día agotó su primera y edición y fue el libro búlgaro más vendido de la década; además de su última narración llamada Las tempestálidas, del 2023. Estamos, pues, ante un escritor europeo de primer nivel que resumió en una entrevista el sentido de su literatura: “hallar lo sublime en la mediocridad del día a día”.
La segunda cuestión es que la traducción y la producción de El apocalipsis llega a las 6 de la tarde es de la doctora Elvira Popova y la dirección de Mayra Vargas, una dupla femenina que ya ha demostrado el rigor de la experiencia y el empuje de la juventud; el don del conocimiento y la aventura de la experimentación. No me atrevo a decir la visión búlgara del mundo y la representación mexicana de ese imaginario porque sería reducir el montaje a dos modelos culturales que en su mestizaje crearán sin duda un espectáculo para la era global donde lo que pasa en Sofía, la capital de Bulgaria sucede a su manera en Monterrey la capital de Nuevo León.
Con un equipo de primer nivel académico y artístico en la producción destaca la vuelta a los escenarios del fotógrafo Enrique Gorostieta luego de 30 años de ausencia. Lamento no haber estado el fin de semana en tierras regias para ver el espectáculo pero aun así puedo decir que estos granos de oro entre tanta arena son los que mantienen la ilusión de que el teatro es importante para una sociedad que quiere pensar en su pasado para hablar de su porvenir. Por eso seguimos haciendo teatro pese a todos los obstáculos.