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Sobre 2 ruedas

(2) Castelvines y Monteses, comedia alegre y divertida llegó a Málaga - YouTube

Castelvines y Monteses, comedia alegre y divertida llegó a Málaga.

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Fotos: Barbara Sanchez

Fotos: Barbara Sanchez

 

Málaga, España.-  Después de ver dos musicales extraordinarios en el Teatro Soho Caixabank, producidos por el actor español, Antonio Banderas.  A Chorus Line y  Company, este último premiado por el Premio Max al mejor espectáculo musical o lírico. Asistimos a ver Castelvines y monteses,  comedia de Lope-Sergio Peris- Mencheta y José Carlos Menéndez.

Es una producción que desde el inicio  destaca  el elenco que lo constituyen trece actores y cantantes que se lucen en el escenario al interpretar diversas canciones italianas.

La historia con una duración de más de dos horas  es una comedia  teatral del autor español Lope de Vega. Basada  en la misma novela de Mateo Bandello que también inspiró el Romeo y Julieta de Shakespeare, narra la historia de dos familias enfrentadas cuyos hijos se enamoran.

Sergio Peris-Mencheta y José Carlos Menéndez  en su versión  incluye textos de Francisco de Quevedo, William Shakespeare y Francisco de Rojas Zorrilla. Es una  Coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Barco Pirata Producciones.

Paula Iwasaki, actriz sevillana representa a la hermosa, racial y valiente Julia, de la familia de los Castelvines (Capulettos),  enfrentada a la de los Monteses (Montescos). Ambos clanes se odian, pero Roselo Montes, su criado Marín y su amigo Anselmo se cuelan en la fiesta de máscaras de los Castelvines. Julia Castelvín tiene enamorada a su primo Otavio, pero esta se queda prendida a primera vista de Roselo nada más verlo. Los jóvenes se ven obligados a vivir su pasión a escondidas para poder salvar ese odio y esos rencores seculares entre los dos clanes.

La producción nos sorprende desde el inicio antes que se de la tercera llamada los personajes salen en escena y van llamando la atención del público que se encuentra en sus butacas mientras otros las van ocupando.

Una escenografía movible va llevando al público a diferentes lugares de la historia. Las luces juegan de manera exacta en cada escena y estos elementos bien ejecutados hacen que cada escena se disfrute sin dejar a un lado la buena interpretación de los actores que muestran sus actitudes destacando algunos por su voz clara y de gran potencia al cantar. Otros su habilidad de escalar y de hacer acrobacias y sin dejar a un lado la ejecución de los músicos, por aquí se vuelve a repetir, la música es en vivo.

Los actores, Aitor Beltrán, Andreas Muñoz, Xoel Fernández, Óscar Martínez, Xabi Murua, Natxo Núñez, María Pascual, Gonzalo Ramos, Julia Roch, Cintia Rosado, Ignacio Rengel y Almudena Salort.  En solitario o en grupo, cantan y bailan temas de los clásicos italianos de autores como Modugno, Pavone, Carosone, Conte, Pino d’Angiò o Franco Battiato.

Sin duda es un musical de calidad que busca la excelencia.

Diez luchadores mexicanos perdidos en el invierno francés…

By Bicimundo / Viceversa, Sobre 2 ruedas2 Comments

Lucha libre: diez luchadores mexicanos perdidos en el invierno francés y como se libraron

Decía el Nitro, uno de los seres más cuerdos de la historia que voy a contar: —Siempre me imagino a las personas como animales. Sangre Azteca es águila, el Christian es una serpiente –al decir esto, Nitro dibujaba con las manos los movimientos de una víbora, con la lengua al acecho–. Y tú… eres un búho, siempre viendo, siempre quieto—. El búho era Orlando Jiménez, historiador de la lucha libre, réferi y, en aquella ocasión promotor de una gira memorable.

Todo empezó en Julio del 2009. Un diseñador de moda mexicano que vivía en Paris, Juan Pablo López, le propuso a Orlando llevar a cuatro luchadores mexicanos para inaugurar, en un ring puesto en la entrada, la feria de arte de Basel, Suiza. Ahí lucharon Sangre Azteca y Dragón rojo contra El hijo del fantasma y Stuka Junior. Fue todo un éxito. Luego se concretó otra cita, en El Carrusel del Louvre, en Paris, esta vez con El Hijo del Santo contra Cassandro. Este último, bastante afeminado en su presentación, se ganó los favores del público que venía a un desfile de moda, y fue una de las muy pocas veces en las que al Hijo del Santo le tocó el papel del malo. Hasta fue abucheado…

Entre tanto, el diseñador de moda organizó un encuentro entre Orlando y un directivo de la lucha libre en Francia, Fausto Constantino, presidente de la APC (Association des Professionnels du catch) cuya sede estaba en Nanterre, cerca de Paris. Fausto quería traer luchadores mexicanos a Francia. Había dos señores interesados en organizar un gira: El tal Christian, mencionado al principio de este texto, promotor de torneos de boxeo y un socio capitalista, el señor Joseph, respectivos ciudadanos argelino y libanés.

—La cita se me hizo muy rara, como en una película de Jim Jarmush –me comenta mi amigo Orlando–. Fue en un MacDonald’s de Nanterre, un lugar sin chiste, frío además, desalmado—. Se concertaron las condiciones de la gira: Tres funciones en tres sábados seguidos, quinientos euros por función por cada uno de los diez luchadores y los dos organizadores, mas viaje y gastos. Se acordó que los luchadores estarían alojados en una ciudad donde por lo menos habría un gimnasio para entrenar.

Esto fue en septiembre. Lo extraño para la parte mexicana era que los combates se iban a dar en noviembre, lo que le parecía algo precipitado para reservar salas grandes y organizar todo. Pero pensaron que así hacían los franceses… Total, se pusieron de acuerdo. Christian, Joseph y Fausto viajaron a México para hablar con la gente del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL). Se les invitó a una excelente comida. En el calor de las copitas, Paco Lutteroth, el presidente del Consejo, se dirigió a Fausto y le dijo: —En ti confío—, lo que causó cierto malestar entre los dos otros invitados. Luego Joseph contó una historia de un juicio al final del cual el dinero en litigio se encontró escondido dentro del bastón que el acusado había entregado al juez. —Me tocó traducir –dice Orlando– pero no le entendí la razón del cuento hasta el último día de nuestra estancia en Francia—.

Todo empezó muy bien. Llegaron a un hotel Ibis en Nanterre, fueron a cenar rico en un restaurante cerca del Arco del Triunfo. Y al otro día, es decir el primer sábado, se presentaron en la ciudad de Beauvais, con tres mil espectadores, y a todos se les pagó lo debido, como se suele hacer, al finalizar las peleas. Aquí estuvo, por cierto, Anne-Marie Mergier, la corresponsal en Francia de Proceso –¡saludos, amiga!–.

—Estábamos muy contentos. Luego nos llevaron a nuestro nuevo hotel y allí las cosas se pusieron más difíciles: no estaba en una ciudad, sino en un pueblo perdido entre Le Havre y Etretat, ni siquiera al lado del mar, en un pueblucho llamado Le Tilleul (El Tila). Y aquí no había gimnasio alguno para entrenar. Se sintieron defraudados.

¡Imagínate a diez jóvenes luchadores mexicanos acostumbrados a llevar una vida propia, con sus cuates, su comida, su familia, que de repente se encuentran estancados en un lugar perdido, dependiendo de la buena voluntad de los organizadores o de dos señoras mexicanas (de una asociación Normandía-México) que vivían en la comarca, para desplazarse! No hablaban nada de francés, tenían recurrir siempre a los organizadores—.

Para ellos, la tierra de Flaubert y de Maupassant no era romántica ni aún menos naturalista. Hacía un frío mortal, sabían que iban a quedarse tres semanas ahí en estas condiciones, con un viento gélido, sin teléfono disponible en el hotel para comunicarse con sus familiares (a las cinco de la tarde en México, o sea las once dela noche en Francia). Tenían que hablar con tarjetas desde la única cabina telefónica del pueblo, frente al cementerio. Muchos estaban hartos ya desde la primera semana. Hubo algunos pequeños enfrentamientos entre los luchadores.

Dice Orlando: —Esta situación era como tener a leones enjaulados—.

Además, el internet funcionaba muy mal. Una de las luchadoras, Marcela, se sentaba afuera en las escaleras del hotel para poder captar su telenovela favorita, Las mujeres asesinas, entre rayos, tormentas y neblina congelada. El ambiente general era muy raro, a veces casi nefasto, mustio y abrumador, como cuando uno de los luchadores vio, desde la famosa cabina telefónica el fantasma de Orlando en el cementerio, mientras que mi amigo –lo certifica él–lo esperaba en el hotel. Se aburrían, estaban desconcertados. Como no tenían el gimnasio prometido, les hacia falta la rutina del ejercicio cotidiano. Fue, para ellos, una semana perdida, entre el cielo gris, el monumento a los muertos de las últimas guerras mundiales, y las innumerables vacas normandas…

Se hizo una reunión de prensa en un restaurante frente al mar, cuyo dueño era el marido de una de las señoras franco o más bien normado-mexicano, con mariscos y bebidas suculentas. Todo mejoró. Ya se acercaba la segunda función en Le Havre, en un lugar grande llamado Docks Ocean. Hubo 2800 espectadores.

Cabe recordar que se pagaba a cada quien al final de las funciones. Esta vez, el Christian y el Joseph argumentaron que se habían vendido menos boletos de lo esperado, que los bancos estaban cerrados, un problema de liquidez, decían. Aducían que muchos boletos se habían regalado. Dijeron que iban a pagar el lunes, pero no les dieron su paga hasta el jueves. Ya la tensión había aumentado bastante. Todos sentían que había algo chueco. El miércoles de esta segunda semana, Joseph dijo que quería posponer la última función de Rouen, ya que no había suficientes entradas registradas. Los luchadores se dieron cuenta de que la publicidad para dicha pelea era miserable, hasta en internet y que no podían pagarles lo concertado para el tercer encuentro.

¡Adiós, bye, bye, y nos vemos pronto!

Se reunieron todos en la gran sala del hotel, los diez luchadores, Orlando como organizador y traductor y los dos dizques patrocinadores. La escena vale su peso de oro: La propuesta de Christian y Joseph era que todos se fueran sin el tercer pago, pero que en marzo del 2010 se organizaría otra gira, en la que se les iba a pagar bien, más lo debido de Rouen. La trampa era evidente. Cada uno de los luchadores habló, diciendo porque se debía darle lo pactado, que su familia esperaba el dinero, que mientras estaban en Francia habían perdido contratos en México, que lo firmado tenía que respetarse. Frente a eso, los dos promotores le decían en francés a Orlando que eran cuates, que nada más era un problema circunstancial, nada grave, hasta que Sangre azteca se enojó y le espetó a Christian: —¡Chinga tu madre!— A Orlando le tocó traducir con un leve: —¡Nique ta mère!— Los luchadores les dijeron a los promotores: —Ustedes no se van del hotel si no nos pagan, uno puede salir, el otro no—. El señor Joseph se puso el sombrero, tomó su maletín y se fue en su coche. Jamás lo volvieron a ver.

Entre tanto, Christian en su cuarto hizo mil llamadas telefónicas, hasta que llegó un señor con todo el dinero en efectivo. Parece que en esta historia muchos perdieron, y en particular los normandos que nunca fueron pagados, pero misteriosamente suspendieron su demanda judicial.

Los luchadores volvieron a México en la fecha prevista. Le pregunto a mi amigo: —¿No se enojaron contigo? —No, fíjate –me dice–, varios me preguntan cuándo vuelvo a organizar otra gira por Francia. Al final pienso que fue una de las pocas veces en que no fueron defraudados—.

La Caravana de luchadores profesionales del CMLL y el referi Orlando El Furioso, que cumplió con dos fechas en Francia en noviembre de 2009. De izquierda a derecha: Sangre Azteca, Misterioso II, Nitro, Dragón Rojo, Hiroka, El Furioso, Marcela, El Valiente, Stuka Jr., El Sagrado y El Hijo del Fantasma. Foto: Nicola Okin 2009.

Cartel de la Gira EMF (Entre France-Mexique). Archivo Orlando Jimenez R.

El famoso hotel normando o la jaula de los leones. Archivo Orlando Jimenez.

Mutantes naturalezas obras de Gorka Larrañaga

By Bicimundo / Viceversa, Sobre 2 ruedasNo Comments

Por Dominique Legrand Hubert

Extrañas naturalezas en la galería La Mercantil: en los dibujos en blanco y negro los troncos se mueven y en los arbustos aparecen, como saliendo de la corteza , unos aliens infrasilvestres que, al parecer, quieren salir del mundo virtual para alcanzarnos en nuestra realidad. Otras producciones con el mismo tema en color, de tonalidades muy fluidas, fueron elaboradas a partir de imágenes robadas en internet e intervenidas, influyéndose también mutuamente. Así, el color rosa de la carne en una obra se transfirió a otro cuadro para asociarse a unos verdes olivo y celadón.

Después de 13 años en México, el artista vasco se sentía exhausto por el exceso de actividades, el bullicio, el estrés en general y hastiado de tantos colores que lo rodeaban. En 2019, como una premonición antes del Covid, dice, quizo volver a sus raíces, a España y al campo. Lo que provocó en él una especie de mutación de la mirada, correspondiente a los cambios acelerados que nos ha tocado vivir recientemente. Sin abandonar sus herramientas, sus lápices, su escáner y su computadora entre otros, se fijó en la naturaleza que lo rodeaba , con la intención de descubrir sus secretos y transmitirlos. Por así decir, estamos aquí frente a un romántico conectado.

A partir de un dibujo, nos explica su proceso: «Es un tronco caído. Del tronco hice un dibujo, lo escaneé y lo metí a la computadora, lo imprimí y lo volví a intervenir con lápiz y acuarela». Parece que para él, la fase de los prolegómenos es tan importante como el resultado. La obra no es solo es objeto final, sino también las facetas de su producción, las técnicas, las mutaciones que se produjeron en las materias, las variaciones de las formas durante su evolución. Eso -La obra es el proceso- es una opinión bastante común en su generación, pero no tan reivindicada, por lo menos aquí en México.

En la elaboración hay un momento en que, al haber sido transformado por su paso por las máquinas, ( ¿al haber mutado?) el dibujo tiene nuevas características, nuevas formas que provocan en el artista una sorpresa, y que le incitan a intervenirla. La computadora provoca una transformación radical al dibujo, el artista lo puede triturar, agrandar, romper , como no lo haría un humano solito. Eso que aporta es un signo abstracto ,comenta, que me estimula para la intervención final a mano.

Esta relación entre materia, intervención y sorpresa está presente también en d el frottage (frotamiento) surrealista donde un papel rayado a lápiz sobre cualquier superficie rugosa produce a menudo la aparición de seres fantásticos, que el espectador identifica a cosas conocidas. Sus aficionados llamaban este juego “atrapar el azar”.

 

 

 

Se siente que el artista ha dudado entre hacer surgir tal o tal forma, y esta duda hace que el espectador vacila también. Nos acercamos a la poesía, bien lo sabia Víctor Hugo que fue también un gran dibujante con intervenciones sobre manchas de tinta.

Durante nuestra conversación se notó que Gorka Larrañaga presentaba aquí su propio proceso de transformación, que lo llevó de una pintura urbana con fuerte colores, hombres en el metro o pasantes a todas horas, a esta suerte de depuración desprovista de melancolía, pero inquieta y misteriosa, con líneas, trazos y arabescos expansivos o retenidos como en los linograbados.

Este procedimiento de la intervención, muy moderno y más aún con con el ordenador, tiene sin embargo una larga historia. Ya lo practicaban al parecer los hombres de las cuevas en el neolítico. Evocamos con el artista el sitio de Altamira, cerca del país vasco, donde, según las teorías más aceptadas, los dibujos se efectuaron en función del relieve de la pared: los hombres buscaron en los volúmenes y las irregularidades de la piedra unos parecidos zoomórficos y favorecieron con el dibujo la aparición de los animales que veían en la roca, como si de ella surgiesen. Desde los principios del dibujo, el hombre interpretó unas formas que le parecieron interesantes y las intervino. Gorka Larrañaga dice que quiere “hacer forma” y en este caso, está en la mejor compañía.

Obras de mexicanos en Malaga, España

Dos artistas mexicanos llegan por primera vez a Andalucía.

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Erik Rivera, “El niño terrible” presenta obras sobre Frida Khalo y Sergio Cruz-Durán acerca de la mitología mexicana.

Por María Esther Beltrán Martinez  Fotos: J. Carlos Santana Ruiz

La Sala Municipal de Nerja de Málaga, recibe la obra de dos artistas mexicanos.

 

Se presenta por primera vez la exposición  Facing Identities. Un proyecto colectivo mexicano, que se muestra en España por primera vez, con obras reunidas de los artistas Erik Rivera, “El niño terrible” y Sergio Cruz-Durán, esta rica exposición se exhibe en la Sala Municipal de Nerja de Málaga, España.

Pilar Hernández Oriente, curadora de la exposición, explica que en esta exposición profundiza en los términos: identidad, mirada y color. Constando de un total de 63 obras, entre óleos y dibujos.

“Las obras atraen al observador reflejando sus mundos interiores y conectando con los “yoes” de los propios visitantes. En la obra de Erik Rivera observamos cómo la mirada juguetona y penetrante de los rostros de Kahlo nos evoca un pensamiento de niñez, inocencia. Llevándonos a conectar con la propia infancia del artista, con su identidad. Los ojos de los niños se suelen representar abiertos llenos de brillo y curiosidad y nada cansados, ya que la vida les aguarda. Estos ojos infantiles  fascinan. La mirada en el arte se convierte en aspecto retratado pero también en un espejo de la persona retratada, en este caso, de El niño terrible. En donde se nos muestra las propias cuestiones que el artista se plantea a lo largo de su vida con sus figuras andróginas y el profundo estudio sobre las 2 construcciones sociales de los roles de género que realiza. Admira, y hace suya la obra de Frida Kahlo al añadir valor con su propia experiencia y vivencias, recordando nuestro pasado, aprendiendo del mismo, sin sufrimiento, sin angustia y sobre todo, sin violencia”.

 

Para Erik Rivera presentarse de nuevo en España explica: “Ya antes he expuesto un par de veces en exposiciones colectivas, es la primera individual y me emociona muchísimo expandirme fuera de mi país, México es una mezcla de culturas, siempre pienso en la personalidad infantil de un país y de la gente adulta. Por lo tanto, me percibo como si fuera un niño enseñando mis dibujitos, pero esta vez se los enseñaré a parte de mis antepasados, como si se los mostrarás a tus abuelos lejanos, ¡esperando que les guste claro! “.

Sobre la mirada de sus obras explica el artista Rivera: “Al principio era expresar como un espejo la esencia del espectador, pero comencé a percibir que a algunos no les agrada tanto, como sostener la mirada a alguien, es en cierto modo enfrentarlo o confrontarla con quien es. El verdadero arte muchas veces incomoda, eso me atrae, me intriga. Un reto de miradas. Pero al infantilizarlas es un reto muy profundo, un clavado a tu infancia”.

Agrega Hernández Oriente: “Sergio Cruz-Durán resalta que la mitología ha dejado un poderoso legado identitario en México, que se remonta a los antiguos toltecas, olmecas, aztecas y mayas. Ha sobrevivido a través de la pintura, la escultura, la artesanía y los relatos. En el centro de esta filosofía está el concepto de dualidad, por el que los principios opuestos luchan para generar un movimiento en espiral, cambiando el mundo y renovando la vida a nivel cósmico.

Los dibujos meticulosos de Sergio Cruz-Durán incitan al observador a adentrarse en la mitología mexicana por medio de las líneas y sus colores vivos. Este proyecto surge de la pulsión del artista por querer adentrarse en su cultura. El artista se deja llevar por su mente y la ejecución de su propia mano, experta en el trabajo de las líneas gracias a sus años de estudio y trabajo como arquitecto. Habiendo perseguido el dibujo desde una edad temprana, de manera autodidacta, ha desarrollado un estilo individual y único en el campo del arte que hace que su trabajo se identifique tanto con las habilidades de dibujo de los primeros maestros como con el desarrollo moderno de la muy antigua artesanía del dibujo”.

Durante la inauguración decenas de visitantes disfrutaron del colorido de las obras de Rivera. Lamentablemente por motivos del brexit la obra del artista Sergio Cruz-Durán se retrasa pero seguramente llegará antes del cierre.

La exposición estará hasta el 28 de mayo. Lunes a domingo de 12.00 horas a 15.00 y 16.00 a  22.00

Períodos de las bicicletas confiadas a la memoria

By Rutas literarias, Sobre 2 ruedasNo Comments

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

Bicicletas en un callejón de Beijing, la capital de China

Regresaron, allí las vemos en diferentes lugares, lejos del pedaleo. Aguardaban el avance de una señal, el movimiento de una transmisión de pensamiento para ponerse en evidencia y formar parte del cuadro, de la escena acaso fortuita o quizá guiada por una cadena de un azar en desarrollo.

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Si contáramos las prendas de vestir que colgaban, secándose, tal vez habría coincidencia con la cantidad de bicicletas estacionadas, cada una a la espera de su dueño que en ese momento almorzaba o tomaba una siesta. Después cada vehículo de dos ruedas salía y se dirigía por el callejón, ora al este, ora al oeste, según su costumbre. Los que iban hacia el sector oriental recalaban a las puertas del viejo templo taoísta y allí se dedicaban a jugar partida tras partida de ajedrez hasta que el ocaso los convocaba de vuelta a su albergue. Los que se dirigían al sector occidental iban lanzados con el manillar guiándolos a la tertulia de la Torre de la Campana, donde nunca faltaban chismes y noticias curiosas, mientras el vuelo cíclico de las bandadas de palomas ponía una nota no discordante en el ambiente.

Ya en casa, las bicicletas se ordenaban, unas junto a las otras, en dos segmentos, y compartían las experiencias del día y las ilusiones y los sueños que, entre rondas de piñones, se demarraban por las estrechas curvas de los antiguos barrios arbolados.

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Trajeron a las señoras del mercado de fin de semana y al presente las aguardan, restregándose mutuamente. Las dos bicicletas podrían partir solas, pero prefieren estar a la expectativa e imaginarse el recorrido que se forjará dentro de poco.

Primero deambularán, a la escapada, por las más recónditas callejuelas, aquellas que, de modo súbito, te ofrecen jardines adosados a vetustas paredes de ladrillos grises, donde las macetas se apiñan y rivalizan por mostrar sus colecciones de pétalos o donde bambúes enanos se doblan y se yerguen al compás de brisas sin horarios.

Luego vagarán por angostillos en pos de los gatos callejeros más extraordinarios y observarlos tomando el sol, trepados a terrazas o tendidos debajo de gruesos árboles, lamiendo sus heridas y maullando u ocultando las uñas si no hay ratones en las cercanías.

Finalmente cruzarán con ligero pedaleo los antiguos puentes que aún quedan en pie y ofrendarán sus saludos a los animales de piedra que los custodian y habrá tiempo –antes del ocaso- para detenerse en alguna de las pocas casas de té sobrevivientes y disfrutar de las variadas infusiones, mientras se mastican pipas de girasol y se oyen las voces de los mirlos enjaulados.

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Bello Jade, reclinada contra el granado, me ve llegar trepado sobre una bicicleta “hembra” y no sonríe. Me mira con fijeza y es cuando su hermosura resalta hasta turbarme. Mi lente atrapa su querida figura y enseguida me le acerco, le acaricio su oscura cabellera y le doy un beso y el sabor del granate asciende con rapidez a mi cerebro. Compartimos  gajos de sonrisas y ella, con un gesto de una mano, me indica un gran pedazo de papel blanco pegado de la pared, donde esbozó el recorrido que haríamos ese sábado y que en su totalidad sería para nosotros.

Disponemos nuestras respectivas bicicletas y enrumbamos hacia el cercano Altar de la Tierra. Dejamos las bicicletas en la entrada principal, las encadenamos juntas y les proveemos de suficiente agua. Bello Jade entra cantando una tonada tradicional de Hubei, su provincia natal, de la cual sólo puedo disfrutar la suavidad de la rima. A continuación nos ubicamos en el antiguo lugar destinado a las ofrendas a la Tierra y ella posa ante las cabezas de dragón que protegen los accesos al sitio.

Encontramos a las bicicletas algo sudadas, aunque todavía la primavera no ha concluido. Ponemos las proas de nuestros vehículos orientados hacia el sur y acudimos al encuentro con el próximo puente que salva un canal y que nos empuja, con suavidad, hasta el muro largo y violeta del Lamasario de Beijing. Ella desciende de la bicicleta y se pone a caminar, muy despacio, sin quitarme la vista de encima. No pierdo tiempo y la retrato con su falda siendo agitada por una leve brisa. En silencio me lo agradece y en silencio me invita a almorzar en un restaurante cuya especialidad es la carne de ovejo cocida en un caldero con agua hirviente y vegetales.

Ahítos, nos ponemos remolones para el regreso, pero las bicicletas han cumplido su círculo de horas y deben marcharse. Las despedimos y las vemos alejarse entre chirridos y nosotros nos abrazamos y prometemos volver a encontrarnos cuando vuelvan a florecer los granados.

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Cada vez que pasaba por el frente de esa antigua mansión ella estaba allí, solitaria y con la rueda delantera medio sesgada y un brillo tenue en el cubrecadena. Me le acercaba y le oía musitar:

Ayer he pedaleado hasta la Torre del Tambor y he visto a las oropéndolas trasmigrando a través de los tejados cubiertos de pajas, mientras el abuelo del infaltable paraguas se me ha quedado mirando con su cara de inusitado estupor y los triciclos que, sin cesar, llevaban y traían turistas casi me atropellaron…

Hace cinco días atrás me sentí un poco agotada, pero aun así salí a dar una vuelta por el sector más alejado de Houhai y me puse a espiar a los nadadores furtivos en el lago y admiré la magnificencia del suave oleaje y los reflejos infinitos de los sauces llorones sobre el agua un tanto turbia…

La semana anterior me atreví a aventurarme por las orillas húmedas de los canales que han sido habilitados para que vuelvan a surcarlos las barcazas y he conseguido embarrarme las ruedas y, cosa de magia, el lodo se secó de forma extraña y no me hizo descarriar…

Hoy estoy a la espera y anhelo que me empunten hacia el establecimiento donde caigo bajo el poder de los sahumerios y me pronuncio con un timbre que posee  todas las contumacias…

Y de tal guisa ella proseguía su hilera de oraciones y yo me declaraba apto para retirarme y volver.

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…Y después de haber rodado no se sabe cuántos cientos de kilómetros, arriba al muro gris, medianero y poco elocuente, y se le recuesta para escuchar sus cuitas, ¡que son las mismas de todos los muros de esa condición! Mientras tanto, alguien que no se percibe, barre el polvo, los polvos acumulados por las constantes refacciones que van a depositarse dentro de un balde en actitud sumisa.

…Y la bicicleta no ha traído ni agua en su cesta y cuando la sed la acose tendrá que pedalear con rapidez hasta el pozo oculto detrás de la alta pared y al cual no es fácil acceder, a menos que… ¡A menos que se posea un asiento azul que enamore al líquido del aljibe y le haga ondear de emoción!

La atardecida va adquiriendo una coloratura terriza y la bicicleta no quiere jugar en ese terreno y se arriesga a irse sin interponer vanas despedidas, porque su espíritu es portátil y otorga beneficios a quien lo comprenda. Al rato, sólo permanecen los vestigios del tránsito de la bicicleta y un tenue olor a grasa.

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Bicicletas en la calzada, frente a un río que enmudece a destiempo. En el aire, las cometas que han elevado los signos de la trashumancia y el revoloteo. ¿Será posible que en algún momento ellas intercambien sus funciones? ¡Sería fenomenal disfrutar del espectáculo de bicicletas voladoras, penetrando el vacío de modo libérrimo y sin cortapisas!

Empero las bicicletas son seres de la tierra y a ella se amoldan hasta para convertirse en tránsfugas y alcanzar los predios del sueño y la imaginación.

Milagrería repentina: los biciclos transforman su quietud en enlaces rotatorios y se dedican a cascabelear durante horas y horas y a encajar en otro orden derivativo, el mismo que se encanala para que múltiples ruedas surquen los horizontes mediatos y, palmo a palmo, desasirse de las rutinas. ¡Ya no más clausuras ni encierros! ¡La revuelta ha comenzado con inmejorable guía!

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Tembló y se cuarteó el piso. La bicicleta sintió mucho miedo y se replegó, buscando un asidero, un lugar seguro. Continuaron las réplicas del sismo y ella se sintió perdida. Entonces recurrió a sus ingénitas fuerzas y perpetró su audacia y salió con potencia de la callejuela.

El pánico había ganado a la mayoría de las bicicletas que se desplazaban alocadas sin rumbo ni destino. “Nuestro” vehículo de ruedas deslumbrantes, puro flujo magnético, se sobrepuso al miedo y reluchó y como un artista del equilibrio, atravesó vías zambullidas en el marasmo, planchadas tirando a desaparecer, aberturas que hacían perder los estribos y tentar el acabose.

A medianoche, exhausta, pero optimista, ella alcanzó su refugio en las afueras de la ciudad. El firmamento estaba teñido de púrpura y se oían lamentos por doquier. Reposó y no tuvo pesadillas y su manillar se orientó hacia los reconstruidos momentos venideros y una melodía le brotó, masiva, desde el interior de su estructura que no conocía desfallecimientos y sí sunchos de firmeza.

Eduardo Lizalde

Eduardo Lizalde: ‘El Tigre’, en la casa, la voz de la poesía mexicana que se silenció a los 93 años.

By Rutas literarias, Sobre 2 ruedasNo Comments

Por Pilar Jiménez Trejo

 

Lizalde fue uno de los escritores de mayor presencia en la literatura mexicana

Hoy murió el poeta Eduardo Lizalde: ‘El Tigre’ en la casa, esta voz de la poesía mexicana se silenció a los 93 años. Lizalde fue uno de los escritores y de los poetas de mayor presencia en la literatura mexicana. Su partida duele a México y al mundo literario. «Autor de una obra poética de atroz belleza», como la calificó el escritor Salvador Elizondo. Fue apodado «El Tigre» por la recurrente presencia de ese felino en su obra. Con su libro El tigre en la casa mostró al verdadero poeta que nos acerca a la historia del alma humana.

Fue un hombre de literatura y música, incursionó en el periodismo cultural, y fue un gran conocedor de ópera con una voz grave y fuerte, con la que también llego a cantar; publicó innumerables reseñas particularmente de ópera, de la que fue un ferviente admirador, incluso publicó el libro La ópera hoy, la ópera ayer, la ópera siempre, que forma parte de un importante proyecto para documentar nuestra memoria teatral. La literatura y el ingenio de las palabras fue quizá su más grande pasión como poeta.

La muerte de ‘El tigre’, premio Carlos Fuentes y medalla de oro Bellas Artes, fue confirmada por su hijo en redes sociales

“A todos les comparto una mala noticia. Hoy por la mañana murió mi señor padre. Eduardo Lizalde Chávez”, posteó en su cuenta de Facebook el músico Eduardo Lizalde Farías. “Un poeta magnífico y un pensador esencial”, definió a El Tigre, como era conocido su padre.

“Me queda decir aquí ¡qué viva la vida!”, finalizó Elizalde Farías su breve mensaje.

Eduardo fue hijo del ingeniero Juan Lizalde y de Elena García de la Cadena, quienes procrearon seis hijos uno de los cuales uno de sus hermanos fue el actor Enrique Lizalde; también era primo del cantante Óscar Chávez, fallecido en 2020 a causa del Covid 19. El poeta mexicano aprendió a leer a los cinco años. Empezó con autores como Julio Verne o Emilio Salgari y para los 12 años ya leía a Honoré de Balzac o Émile Zola. Siendo muy joven también aprendió a escribir sonetos con la ayuda de su padre y a los 30 publicó su “primer libro importante”, Cada cosa es Babel. Lizalde decía que “la poesía es la muñeca fea entre las literaturas”.

Lizalde nació en Ciudad de México en 1929. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e inició junto a Enrique González Rojo y Marco Antonio Montes de Oca un movimiento, el poeticismo, con el que pretendían combatir la imprecisión verbal y conceptual de la poesía. Tiempo después, sin embargo, el poeta criticaría el movimiento en su libro Autobigrafía de un fracaso (1981). En la década de los sesentas, Lizalde fundó con el escritor José Revueltas la Liga Espartaco Leninista, un movimiento político alternativo al Partido Comunista. Poeta, ensayista, narrador y traductor, Lizalde también fue profesor y director de la Biblioteca de México, y hasta director de la Compañía Nacional de Ópera al terminar la década de los 80 —de niño, soñaba con ser músico y egresó de la Escuela Superior de Música del INBAL—. El apodo de Tigre le llegó con la publicación de diferentes obras con referidas al felino que tanto le fascinaba: Memoria del tigre (1983), ¡Tigre, tigre! (1985), La caza del tigre (1998), Otros tigres (1995).

Sus obras más representativas son: El tigre en la casa (1970), La zorra enferma (1974), Caza mayor (1979), Tabernarios y eróticos (1989), Rosas (1994),  Nueva memoria del tigre (2005), entre otras.

Además de sus ensayos y poesía, fue el primer entrevistador de Julio Cortázar en el país, y contribuyó notablemente a la traducción de autores como Shakespeare y William Blake.

La figura del tigre se ha dicho, le llegó a Borges por William Blake y a Lizalde por Rubén Darío, esto puede ser cierto, de Jorge Luis Borges se sabe su gusto por el trocaico tigre que “en las selvas de la noche es un brillo ardiente” y en Lizalde se recuerda su diálogo con Darío en “las fieras se acarician, Rubén, / bajo las vastas selvas primitivas” que nos remiten al poema “Estival”; sin se cree que es del texto “Obra maestra” de Ramón López Velarde que viene su final filiación. Vicente Quirarte apuntó a principios de la década de los noventas sobre la poesía de Eduardo Lizalde: “El tigre es el gran mendigo cósmico, el solterón lopezvelardeano, el de la inaudita belleza que atrae y que repugna”; y en otro momento Ramón Xirau se refiere así a El tigre en la casa: “Nace, ahora cercana a López Velarde —nuevamente punto de partida— “la amada”, pero surge en el “resentimiento” —¿se trata de un re-sentimiento, un nuevo sentir?”.

¿De dónde surge un poeta como  Eduardo Lizalde (México, 14 de julio 1929- 25 de mayo 2022)? Como todo auténtico creador, fundamentalmente de él mismo y sólo de él mismo.
Un escritor de su generación, Salvador Elizondo, escribió acerca de El tigre en la casa: «…todo aquí está investido de una violencia y de un sentimiento nihilista que se expresa por imágenes de una atroz belleza que no tienen, ciertamente, paralelo en la historia de nuestra poesía».
La originalidad de la voz poética de Lizalde —sólo comparable en la poesía mexicana actual, a la de algunos casos más, como Jaime Sabines o Gerardo Deniz— corresponde a la individualidad irreductible de su temperamento, su sensibilidad, su inteligencia, y claro, de su manera personal de asimilar y trascender una formación cultural y vital compleja que va de Dante a Pessoa, de Platón a Wittgenstein, del ajedrez y el dominó a la carpintería, y de la ópera a la vinicultura francesa y las mujeres. (No por casualidad su poesía es tan culta e intelectual como profundamente vital y sensual.) Como lo atestiguan en sus poemas las referencias intratextuales o las citas que van a la cabeza, Lizalde sabe con clara conciencia que la literatura es un diálogo con la tradición literaria universal, un diálogo riguroso sobre los temas de siempre (las palabras y las cosas, el infortunio amoroso, la fatal futilidad de todo lo humano, la muerte individual y de la especie, las miserias morales y los impulsos bajos en general: el rencor y el odio, el placer redentor; en el caso de este poeta), en que se crean las coyunturas estéticas y vivenciales para aportar una intervención original (sea desde el punto de vista del lenguaje o del significado, o sea, del estilo, la forma o del contenido).

Juan Gelman, Hugo Gutiérrez Vega, Rubén Bonifaz Nuño, Eduardo Lizalde y Alí Chumacero. Archivo de Hilda Rivera.

«El reconocimiento de Eduardo Lizalde se dio con El tigre en la casa, convirtiéndolo en el más brillante, por no decir el real y único, heredero de la poesía maldita, sobre todo del linaje francés: de Rutebeuf y Villon, de Baudelaire y Rimbaud, de Lautréamont y Artadud. De todos, sin duda, su influencia múltiple, su verdadero dios, ha sido, como lo fue para Rimbaud o Nelligan, Charles Baudelaire», escribió el poeta Marco Antonio Campos al reseñar este libro.

Con El tigre en la casa estamos ante el desbordamiento interior de un río: caudal transformador del poeta y al mismo tiempo del lector. Lizalde es sin duda la estalagmita poética en la caverna de los elegidos. Él ha bebido las mismas aguas turbias que Maldoror, las estancadas aguas de Poe o aquellas de sutil perfume en Rilke.  El conjunto de transgresiones gramaticales, poéticas y retóricas de Lizalde lo hacen un poeta eficaz e inigualable. Un lector entrenado reconoce su voz con una muestra pequeña de versos:   ‘‘La perra más inmunda / es noble lirio junto a ella. Las estructuras, relaciones,  sonoridades se revelan en Lizalde con el hilo fino de la ironía, como la repetición llevada a sus últimas consecuencias, como la antítesis de los amantes o con el ritmo, peso y coloratura de la música vocal, se advierte en un análisis del libro en Círculo de Poesía.

El tigre en la casa consta de seis secciones solidarias y dinámicas. En las que se ve esa metamorfosis cuando se consideran las relaciones entre sus secciones, entre el poema y su contexto social, entre la obra y las convenciones poéticas de la tradición lírica mexicana en la segunda mitad del siglo XX.

En su aventura vital y estética, cambian el lenguaje y el tono poéticos, cambian las cosas y motivos de la poesía y Lizalde consuma su poemario más resonante y definitivo, El tigre en la casa (1970). Como escribió Octavio Paz, «Fue el año de su aparición, en el sentido fuerte de la palabra: la aparición de un poeta verdadero tiene algo de milagroso».
Eduardo Lizalde y Octavio Paz

Eduardo Lizalde y Octavio Paz

Todo El tigre en la casa está recorrido por el gran leitmotiv heideggeriano del serpara-la-muerte (Sein-zum-Tode), es decir, por la convicción de que la muerte no es la última escala en el viaje de nuestra vida —como la entendemos de manera cotidiana, vulgar y cobarde— sino la posibilidad más radical de nuestra existencia e inherente a ella en todo momento; un tigre que nos acecha y «desgarra por dentro». Y la muerte es «un enorme gato encerrado/ en todo esto», porque esta posibilidad radical, personal, intransferible y oculta cotidianamente, es terrorífica y misteriosa, es lo desconocido que cae sobre nosotros, como en la selva cotidiana la silueta negra y salvaje de un tigre.

El amor es, pues, en su sustancia más honda, muerte; el sexo es sólo la pequeña muerte; y el hombre: desgarradura, «soltero, huérfano y desgraciado», «tigrillo» devorado poco a poco por el tigre mayor del amor y la pasión inútiles (Sartre), el infortunio y la muerte.
El tigre es la muerte, nuestra muerte individual, pero también la muerte del amor.
Fragmento tomado del Material del Lectura, UNAM, realizado por Luis Ignacio Helguera
Lizalde cuya obra suma medio centenar de títulos, se autodefinía como un “poeta y cazador de tigres, pero solo en los libros”. Consideraba a la poesía como una bomba de tiempo “porque a la larga, los más inéditos y desconocidos autores, si son importantes, sobreviven y pasan a la celebridad”.
Entre los cargos que llegó a ocupar fue la de director de Radio Universidad; secretario general del Consejo Nacional de Cultura y Recreación para los Trabajadores; director general de Medios Audiovisuales de la SEP; subdirector de publicaciones del Conacyt; director general de Televisión de la República Mexicana, de Publicaciones y Medios de la SEP y de la Compañía Nacional de Ópera del INBA, entre otros. Lizalde, que con El tigre en la casa obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia 1970, comenzó a publicar en 1956 con La tierra de Caín, a la que le siguieron La mala hora, Odesa y Cananea, La cámara, Luis Buñuel. Odisea del demoledor y Cada cosa es Babel: poema, entre otros.
Durante el homenaje “Eduardo Lizalde: el tigre en casa”, efectuado por la Biblioteca de México en 2018, en ocasión de sus 90 años, el bardo declaró: “la poesía la leen los poetas (…) el destino de la poesía es ser leída por gente capacitada para leerla; es un instrumento que presenta ciertas dificultades, es producto del manejo de elementos de mucha complejidad y abstracción”.

Más adelante, sobre su propia obra dijo: “he escrito prosa, pero nunca tuvieron mis trabajos prosísticos la aceptación que, por fortuna y suerte, tuvieron mis versos. A veces, en alguna lectura, en alguna biblioteca o en un homenaje latinoamericano, en Colombia, Panamá o Chile, me encuentro con lectores que se saben mi memoria mis poemas de la juventud. Esas cosas ocurren (…) no me puedo quejar de que hayan sido relativamente pocos los lectores de mi obra; creo que son bastantes y soy afortunado por haber producido esta obra”.

Poema: Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses... De: El tigre en la casa
Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.
Como si el verde pasto celestial,
el mismo océano, salado como arenque,
hirvieran.
Que tanto y tanto amor
y tanto vuelo entre unos cuerpos
al abordaje apenas de su lecho, se desplome.
Que una sola munición de estaño luminoso,
una bala pequeña,
un perdigón inocuo para un pato,
derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas
y desgarre el cielo con sus plumas.
Que el oro mismo estalle sin motivo.
Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa
se destroce.
Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.
Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra.
Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.

Derrocar al sistema a través del teatro, la propuesta de Baile, amor y muerte en las noches de Mexicú

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El Centro Nacional de las Artes (CENART), institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, recibe a la compañía teatral Un colectivo de duendes con la obra Baile, amor y muerte en las noches de Mexicú, dirección y dramaturgia de Erwin Veytia sobre el libro El Maestro y Margarita del escritor ruso Mijaíl Bulgákov.

Se trata de una aventura fantástica situada en la ciudad imaginaria de Mexicú, donde el diablo y su orquesta visitan la urbe y se disponen a cerrar el carnaval para coronar a la reina del infierno. Unos amantes, un dramaturgo frustrado y una mujer liberada se ven involucrados en un complot anarquista para derrocar al sistema a través del teatro, refrendando que el amor es más fuerte que la muerte.

Mijaíl Bulgákov escribió, entre 1928 y 1940, la que ha sido considerada la novela suprema de la literatura rusa del siglo XX: El Maestro y Margarita, publicada de manera incompleta en 1967. Erwin Veytia, actor, docente, investigador y director egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral y de la London Academy of Music and Dramatic Art., toma como base ese texto para crear una estrambótica obra que tiene lugar a la mitad de la distancia entre México y Moscú: Mexicú.

Un colectivo de duendes es un grupo de creadores escénicos que trabaja en hacer teatro desde la horizontalidad, con el compromiso de desarrollar sus propias capacidades como interpretes en cada montaje a través del entrenamiento de sus habilidades, así como el desarrollo del arte escénico en México, buscando nuevas maneras de gestar, producir, investigar y representar espectáculos teatrales que respondan al mundo en que vivimos.

En esta obra participan con sus actuaciones Alex Gesso, Daniela de los Ríos, Roám León Olvera, Marya Sotelo, Nora del Cueto, Adela Ibarra, Emmanuel Pavía, David Zambrano, Alexis Briseño Jaramillo, Alfonso Domingo, Alberto Eliseo y Erwin Veytia.

Baile, amor y muerte en las noches de Mexicú es un proyecto apoyado por la Secretaría de Cultura, a través del CENART y del proyecto prioritario Chapultepec, Naturaleza y Cultura, por medio de la Convocatoria PADID 2021.

Las funciones se llevarán a cabo del 14 al 29 de mayo, los sábados y domingos, a las 17:00 horas, en la Plaza de la Danza del CENART. La entrada es libre y el cupo está limitado a 250 personas.

Liliths de mayo. Invitadas del Paraíso

By Sobre 2 ruedas

Por Pilar Trejo

Exposición colectiva

La galería La Mercantil invita a esta exposición en la que participan mujeres artistas con el propósito de mostrar que el 10 de mayo tiene una mirada distinta, y que ser madre es un acto de total libertad, no un deber biológico y social, si no uno más de los muchos roles femeninos.

Ser mujer no es sinónimo de ser madre. Ser mujer es mucho más que procrear, se puede igualmente dar a luz con frutos sublimes y valiosos en muchas otras áreas de la vida como las obras de arte que veremos de estas mujeres que en pleno el siglo XXI siguen evocando a la mítica Lilith —que los sumerios esculpieron desde el 2000 años a.c.—; esa imagen que en la tradición judaica tomó para representar a la primera esposa de Adán, creada por Dios a partir del barro, como él y no de su costilla, y quien se niega a que su destino sea estar debajo de Adán, por eso decide marcharse del Edén y ser libre.

Sin embargo en México, a diferencia de algunos países desarrollados donde ambos padres comparten por igual los deberes de la crianza, en México todavía se considera a la maternidad como una obligación para la cuál la mujer fue creada y es la encargada de todos los deberes que esta implica. En nuestro país cientos de mujeres que son madres deben realizar una doble jornada: trabajar fuera de casa y encargarse de la crianza.

La mirada de estas obras no busca ser una crítica a quienes deciden por la maternidad, sino una expresión para mostrar que la desigualdad de género, por lo menos en nuestra sociedad, sigue presente en la familia, la sexualidad, el trabajo, la política, la religión e incluso el arte.

Las mujeres actuales ya no son el mito de la madre «santa» y «abnegada». Sus intereses son mayores que la mera maternidad y ahora quieren, en el mismo rango, tener logros académicos, laborales, viajar, elegir distintas parejas o disfrutar de su soltería.

Se trata de una especie de conversación como un diálogo de sonoridad y de alianza que lleve a concientizar la imperiosa necesidad de crear una sociedad en la que el espiral machista cesen se cobrarse la vida de 11 mujeres al día y los atroces feminicidios dejen de ser la indignantes noticia cotidiana en México.

La técnica de las obras será libre: pintura, fotografía, acuarela, litorgrafía, etcétera. Participan: Magali Ávila, Chica Ayala, Ana Fuentes, Vanesa García Lembo, Pilar Goutas, Christa Klinckwort, Alina López Cámara, Cecilia Rodarte Nunik Sauret, Mariana Yazbek, Teresa Zimbrón.

La inauguración es el jueves 5 de mayo a las 18 horas en Fernández Leal 107, colonia La Concepción en Coyoacán.

. La entrada es libre, y la exposición estará abierta hasta el 28 de mayo, y puede visitarse de lunes a domingo de 10 a 18 horas.

La galería La Mercantil de Diseño ha preparado la exposición “Liliths de mayo. Invitadas del paraíso”, en la que solamente participan artistas mujeres, con motivo del 10 de mayo, intentando darle una mirada distinta a este día en el sentido de que ser madre es un acto de total libertad y no un deber biológico y social, si no uno más de los muchos roles femeninos.

Que la maternidad sea vista como un deber y una misión de la mujer es una creencia religiosa y una presión social que va perdiendo sentido, cada vez la maternidad es una opción para las mujeres, libre de clichés y romanticismo u obligaciones, y lejos de esa idea que caracterizaba hasta hace muy pocos años la vigencia del mito de la madre «santa» y «abnegada».

Si tener un hijo es un derecho y una opción, el interrumpir el embarazo también tendría que serlo; lo mismo que dar voz a las mujeres que han «elegido» voluntariamente no ser madres, y que han tomado también ese derecho como parte central del impulso del movimiento feminista, al decidir libremente ejercer su sexualidad.

A diferencia, de algunos países desarrollados donde ambos padres comparten por igual los deberes de la crianza, en México todavía se considera a la maternidad como una obligación para la cuál la mujer fue creada y es la encargada de todos los deberes que esta implica. En México cientos de mujeres que son madres deben realizar una doble jornada: trabajar y ser mamás. Un país en el que el patriarcado sigue imperando y los feminicidios se incrementan, de enero a marzo de 2022 se registraron 229 presuntos feminicidios en el país, la cifra oficial de feminicidios —que se define como el «asesinato intencional de mujeres por ser mujeres»— no ha dejado de crecer desde 2015.

Sin embargo, son mayores los intereses de las mujeres y la maternidad va quedando, incluso, en un último plano, y ya no pueden ser juzgadas o tachada de egoísta solo porque no quieran convertirse en madres, y sí tener logros académicos, laborales, viajar, elegir distintas parejas o disfrutar de su soledad.

La maternidad es una decisión importante porque implica para la mujer un cambio de vida, pero también un significativo cambio físico; el embarazo, el parto o la lactancia dejan una huella en el cuerpo de la mujer; se caracteriza por explosiones extremas de hormonas sexuales e involucra cambios drásticos, incluso algunos estudios ha mostrado una reducción sustancial en el volumen de materia gris en el cerebro de algunas madres primerizas.

Ser mujer no es sinónimo de ser madre. Ser mujer es mucho más que procrear, por eso, aún si decidimos no hacerlo, podemos igualmente dar a luz, dar frutos sublimes y valiosos en muchas otras áreas de la vida. La sociedad esta urgida de mejores profesionistas donde los derechos civiles y políticos de las mujeres y los hombres sean igualmente respetados y protegidos.

Una proyección sobre la belleza

Nosotras somos el tiempo. Una proyección sobre la belleza

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Por Pilar Jiménez Trejo

Una proyección sobre la belleza

Una proyección sobre la belleza

*El sábado 30 de abril y el viernes 6 de mayo a las 8:30 pm la compañía Pentimento proyectará en la Explanada del Centro de Cultura Digital el video performático que cuestiona la belleza femenina Nosotras somos el tiempo.

Nosotras somos el tiempo es una pieza documental de la creadora escénica Isabel Toledo que muestra el material de archivo de seis mujeres habitantes de la Ciudad de México, las cuales entrelazan sus relatos corporales y abren espacio para otras corporalidades.

La proyección, desde la intervención callejera y el lenguaje audiovisual elabora la reapropiación del concepto de belleza que hasta ahora se ha impuesto; construye un espacio de resistencia, creando puentes con otras mujeres, transeúntes y ciudadanas, además de mostrar otras maneras de habitar la ciudad y recuperar algo aún negado para las mujeres: el goce de las calles en colectividad.

Nosotras somos el tiempo propone un juego de capas a partir de la relación que se establece con la cámara y el registro y cómo cambia la relación con la cámara cuando es otra persona quien pone la mirada sobre una. El cuerpo más representado en la publicidad y en las redes sociales es el de las mujeres, ¿cómo podemos construir una relación distinta con la acción de registrar nuestros cuerpos?

Proyectar en los muros de la ciudad abre espacios de representación para otras corporalidades: cuerpos disidentes que se escapan de la norma, llenos de historias, cicatrices y vivencias. Les interesa pensar que sacar al espacio urbano estos materiales que forman parte de si configuración íntima creará puentes con otras mujeres, transeúntes y ciudadanas, que se reconocerán en su piel. Crear otras maneras de habitar juntas la ciudad les parece fundamental, urgente y necesario.

En Nosotras somos el tiempo, busca recuperar lo que a las mujeres les ha sido negado: el presente de sus cuerpos y el disfrute de sus calles en colectividad.

 

Dirección y fotografía: Isabel Toledo, Diseño de multimedia: Miriam Romero, Producción ejecutiva: Ximena Sánchez de la Cruz, Gestión: Isabel Toledo, Asistencia de producción: Lourdes Zamo

ra Urbán, Producción audiovisual: Jessica Calderón de la Barca, Asistencia de dirección: Daniela Miranda, Edición: Un poco de utopía

Performers: Karen Basurto, Edurne Goded, Daniela Luque, Michelle Menéndez, Tae Solana y Mirel Yolotzin.

Una producción de Pentimento en colaboración con Un poco de utopía.

Micrositio del proyecto, Centro de Cultura Digital

https://centroculturadigital.mx/actividad/Nosotras-somo-el-tiempo-l74vBA95D

Sitio web de Pentimento
http://www.pentimentoteatro.com/

 

Pentimento

Compañía mexicana de teatro performático fundada en el 2013 y dirigida por Isabel Toledo. La búsqueda por abrir vías de comunicación entre desconocidxs a través del teatro las lleva a desarrollar dispositivos escénicos íntimos en los que lxs espectadorxs participan en la construcción de la pieza. Las integrantes de la compañía estudiaron en el CUT de la UNAM y el posgrado en Artes Performáticas de la UNA en Buenos Aires, Argentina.

En sus casi 10 años de trayectoria han sido beneficiarias del FONCA y participado en festivales y residencias internacionales en México, Suiza, Bélgica y Estados Unidos. Participaron en el Programa México: Encuentro de las Artes Escénicas 2018, en la 39 Muestra Nacional de Teatro (México), en Teatro UNAM, en la Cátedra Bergman (UNAM, México) y el Festival Internacional Cervantino (México). Desde su creación han realizado ocho piezas performáticas en México y en Buenos Aires.

Recientemente presentaron su último proyecto Cartas sonoras para cuerpos celestes en el Museo MET de Nueva York.


Isabel Toledo
Dirección, fotografía y gestión de Nosotras somos el tiempo
Feminista, actriz, directora escénica y gestora cultural. Egresada del CUT de la UNAM y tesista de la Maestría en Teatro y Artes Performáticas de la UNA, Buenos Aires. Desarrolla su trabajo escénico en el marco de la compañía Pentimento, de la cual es directora desde el año 2013. Su trabajo como directora se ha presentado en Teatro UNAM, el Museo Universitario del Chopo, la Muestra Nacional de Teatro, ENARTES y el Festival Internacional Cervantino. Ha participado en residencias y festivales internacionales en México, Suiza, Bélgica y Estados Unidos. En 2014 fue beneficiaria del Programa Creadores Escénicos del FONCA y en dos ocasiones, en el 2017 y en el 2021, del Programa Jóvenes Creadores del FONCA. Es co fundadora de Las Desconocidas y del Centro de Cinematografía y Actuación Dolores del Río A.C. con sede en la ciudad de Durango. Actualmente continúa consolidando a Pentimento como iniciativa cultural en el Programa de Acompañamiento Piso 16 de la UNAM.